Todavía nos falta contar con la convicción de aquellas mujeres que no han asumido la discriminación y la violencia sistemática contra nosotras.
Aquéllas que son indiferentes o se asocian a las posturas que suponen”femeninas” que las subordina a las decisiones de los varones.
Tenemos una tarea cotidiana por delante porque los efectos disciplinadores del patriarcado son muy fuertes y tienden a promover pensamientos peligrosos:” hay que estar a la moda, es preciso ser delgada, hay que fingir ser joven aunque una haya crecido en años”, y otras tilinguerías de la misma especie.
La función del patriarcado y la de los distintos machismos es transformarnos en tontas y distraídas, sobre todo, cuando venimos demostrando que además de poder gobernar un país, de movernos políticamente, de disponer de ganancias que superan e igualan las que históricamente manejaban los hombres, también ingresamos en las luchas políticas que promueven los derechos a la diversidad y el respeto hacia las minorías.
O sea, estamos caminando con paso seguro al mismo tiempo que somos testigos comprometidos ante los padecimientos de aquellas excluidas por el color de su piel, por su situación social, por su falta de recursos mentales y emocionales, por la cantidad de hijos que deben criar solas, o de aquellas que padecen cárcel o son víctimas de delitos que la justicia no siempre reconoce conforme con los derechos de las mujeres.
Todo esto se dialoga en términos de resistencia y luchas porque los poderes con los que hoy cuenta el género no ha sido cedido voluntariamente sino mediante la energía cotidiana e incesante. Y la energía no es un complemento abstracto, una dimensión invisible, se sostiene en un cuerpo que los ovarios dinamizan ,desde la espera durante la niñez,la actividad fecunda o presente de los años posteriores y merced a su memoria corporal que nos acompaña mientras somos las ancianas de la tribu.
No se trata de biologizar los argumentos sino de saber que el soporte corporal y las energías que lo acompañan y también se alimentan de este soporte no son ajenas a las expresiones populares que siempre se han referido a las hormonas masculinas como síntesis de coraje y fortaleza. Que son el paralelo de las que nosotras usamos desde nuestra manera de ser mujeres.
Pensando, enfrentando,avanzando ,negociando y asumiendo dificultades nuevas ,la clave reside en no descansar de este trajín incesante que nos levanta cada día con la confianza de lo que vamos logrando y la conciencia de lo que nos falta para multiplicar el ejercicio de nuestros derechos como mujeres
Eva Giberti
"La marcha es el principio. El gran desafío es reconocerse en una sociedad machista que lo niega y trata de ocultarlo, aunque la mayoría de los medios de comunicación acentúan y amplifican esos rasgos.
Una sociedad machista genera violencia contra la mujer. Y si esa violencia tiene un culpable directo, somos todos corresponsables en pautas y valores que reproducimos en mayor o en menor medida. En ese sentido hay una gran batalla cultural por delante en el plano de la sociedad y de cada quien como individuo."
Luis Bruchstein
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