“Al que no sabe, cualquiera lo engaña.
Al que no tiene, cualquiera lo compra”
Simón Rodríguez
Simón Rodríguez había luchado, era un hombre muy valiente, y a lomo de mula andaba recorriendo pueblo por pueblo y ciudad por ciudad, siempre con su proyecto de las escuelas nuevas, de las escuelas revolucionarias, y a los que mandaban, Simón les decía:"- ¡Copiones! ustedes que copian todo, todo lo que viene de Estados Unidos y de Europa,¿ por qué no le copian los más importante que es la originalidad?.
Él proponía una escuela nueva jamás vista en estas tierras: “Enseñen a los niños a ser preguntones, para que pidiendo el por qué de lo que se les manda a hacer, se acostumbren a obedecer a la razón, no a la autoridad como los limitados, ni a la costumbre como los estúpidos. En las escuelas deben estudiar juntos los niños y las niñas, primero porque así desde niños los hombres aprenden a respetar a las mujeres, y segundo, porque las mujeres aprenden a no tener miedo a los hombres”.
Todo esto formulado a viva voz allá por el año 1830, 1835, en tierras que no estaban acostumbradas a escuchar semejantes locuras. En sus escuelas predicó y practicó la enseñanza manual simultáneamente con la enseñanza intelectual, acabó con un divorcio heredado de la época colonial que nos enseñó a despreciar la mano humana.
En los documentos monárquicos, españoles, se hablaba de los oficios viles, eran los oficios manuales: carpintería, albañilería, agricultura, eran oficios viles y se denunciaba a quien practicara un oficio vil, porque en el acto perdía el derecho de hidalguía y en lo sucesivo no podía llamarse noble. Y contra eso, Don Simón Rodríguez, en sus escuelitas modestas, enseñaba que los varones deben aprender los tres oficios principales: albañilería, carpintería y herrería, porque con tierras, maderas y metales, se hacen las cosas más necesarias.
Y decía, este profeta loco: “-Se ha de dar instrucción y oficio a las mujeres, para que no se prostituyan por necesidad, ni hagan del matrimonio una especulación para asegurar su subsistencia”.
Y decía también: “Al que no sabe, cualquiera lo engaña, y al que no tiene, cualquiera lo compra”. Este gran hombre a lomo de mula, predicaba la verdad y la practicaba.
Proponía un mañana que no fuera una repetición del ayer y del hoy, sino un tiempo diferente y libre para todos los habitantes de las Américas.
En los documentos monárquicos, españoles, se hablaba de los oficios viles, eran los oficios manuales: carpintería, albañilería, agricultura, eran oficios viles y se denunciaba a quien practicara un oficio vil, porque en el acto perdía el derecho de hidalguía y en lo sucesivo no podía llamarse noble. Y contra eso, Don Simón Rodríguez, en sus escuelitas modestas, enseñaba que los varones deben aprender los tres oficios principales: albañilería, carpintería y herrería, porque con tierras, maderas y metales, se hacen las cosas más necesarias.
Y decía, este profeta loco: “-Se ha de dar instrucción y oficio a las mujeres, para que no se prostituyan por necesidad, ni hagan del matrimonio una especulación para asegurar su subsistencia”.
Y decía también: “Al que no sabe, cualquiera lo engaña, y al que no tiene, cualquiera lo compra”. Este gran hombre a lomo de mula, predicaba la verdad y la practicaba.
Proponía un mañana que no fuera una repetición del ayer y del hoy, sino un tiempo diferente y libre para todos los habitantes de las Américas.
A los 80 años escribió: “- Quise hacer de la tierra un paraíso para todos y la hice un infierno para mi”.
Eduardo Galeano
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