Rescatar la memoria.

Rescatar la memoria.

27/10/14

Simón Rodríguez: Filósofo y educador venezolano. Natalicio.

“Al que no sabe, cualquiera lo engaña.
  Al que no tiene, cualquiera lo compra”
Simón Rodríguez
A Simón Rodríguez, lo conocían como el loco Rodríguez, en la primera mitad del siglo XIX, porque este loco fue capaz de hacer la primera revolución educativa de América latina, que está todavía a medio hacer, pero él fue el profeta y el que la puso en práctica durante los años que vivió. Después pasó casi medio siglo, más de 50 años a lomo de mula recorriendo las costas del Pacífico y las montañas andinas, fundando escuelas en todas partes, donde se realizaba ese ideal educativo .
 Simón Rodríguez había luchado, era un hombre muy valiente, y a lomo de mula andaba recorriendo pueblo por pueblo y ciudad por ciudad, siempre con su proyecto de las escuelas nuevas, de las escuelas revolucionarias, y a los que mandaban,  Simón les decía:"-  ¡Copiones! ustedes que copian todo, todo lo que viene de Estados Unidos y de Europa,¿ por qué no le copian los más importante que es la originalidad?. 

 Él proponía una escuela nueva jamás vista en estas tierras: “Enseñen a los niños a ser preguntones, para que pidiendo el por qué de lo que se les manda a hacer, se acostumbren a obedecer a la razón, no a la autoridad como los limitados, ni a la costumbre como los estúpidos. En las escuelas deben estudiar juntos los niños y las niñas, primero porque así desde niños los hombres aprenden a respetar a las mujeres, y segundo, porque las mujeres aprenden a no tener miedo a los hombres”.
 Todo esto formulado a viva voz allá por el año 1830, 1835, en tierras que no estaban acostumbradas a escuchar semejantes locuras. En sus escuelas predicó y practicó la enseñanza manual simultáneamente con la enseñanza intelectual, acabó con un divorcio heredado de la época colonial que nos enseñó a despreciar la mano humana.

 En los documentos monárquicos, españoles, se hablaba de los oficios viles, eran los oficios manuales: carpintería, albañilería, agricultura, eran oficios viles y se denunciaba a quien practicara un oficio vil, porque en el acto perdía el derecho de hidalguía y en lo sucesivo no podía llamarse noble. Y contra eso, Don Simón Rodríguez, en sus escuelitas modestas, enseñaba que los varones deben aprender los tres oficios principales: albañilería, carpintería y herrería, porque con tierras, maderas y metales, se hacen las cosas más necesarias.

 Y decía, este profeta loco: “-Se ha de dar instrucción y oficio a las mujeres, para que no se prostituyan por necesidad, ni hagan del matrimonio una especulación para asegurar su subsistencia”. 
Y decía también: “Al que no sabe, cualquiera lo engaña, y al que no tiene, cualquiera lo compra”.  Este gran  hombre a lomo de mula,  predicaba la verdad y la  practicaba. 
Proponía  un mañana que no fuera una repetición del ayer y del hoy, sino un tiempo diferente y libre para todos los habitantes de las Américas.
A los 80 años escribió: “- Quise hacer de la tierra un paraíso para todos y la hice un infierno para mi”. 
Eduardo Galeano

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