Ya viene el revuelto otoño
recogiendo frasco y flores.
Pasó el sol con sus calores,
y alumbra al fin otro sol;
Es púrpura el horizonte,
y el firmamento una hoguera.
Es oro la ancha pradera,
la ciudad, el río, el monte.
A su venida, tardías
cierran su cáliz las flores.
Y trinan los ruiseñores
sus postreras armonías.
Se los va a buscar la sombra
entre las desnudas ramas,
porque sus hojas de escamas
sirven al suelo de alfombra.
Grupos de nubes perdidos
como fantasmas deformes,
traen en sus pliegues enormes
vientos de invierno escondidos.
Se oye de algunas palomas
perdido el último arrullo.
De alguna fuente el murmullo
que entre los juncos asoma.
José Zorrilla.
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