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«Por eso nunca me conmovió la denominación “violencia de género”. Porque es funcional a la cultura represora repudiar a la violencia como el absoluto mal. No pretendo que recuerden la fundante afirmación de Carlos Marx: la violencia es la partera de la historia. Agrego: de la historia por deseo. Por eso he propuesto la denominación de “crueldad de género”. No he tenido eco. Pero sigo pensando que es importante, porque la crueldad es la planificación sistemática del sufrimiento. Es como escribió Celedonio Flores, “el gato maula que juega con el mísero ratón”. Los abusadores, los golpeadores, los torturadores, los femicidas, planifican, más o menos meticulosamente, el daño a sus víctimas. Lamentablemente, modificar “crimen pasional” por “feminicidio” no ha disminuido la matanza. Quizá porque lo real no se paga de palabras. Solamente se paga de actos poder. Y el acto poder, en este caso la autodefensa de la mujer, tiene que arrasar con dos amarras: el tabú de la violencia y el tabú del odio. No es un tema de “los varones”, tampoco es un tema de “las mujeres”, ni de ningún género y disidencia. Es un tema de los vínculos de sometimiento /sumisión que la cultura represora organiza. Muchas mujeres, varones, transgéneros, resisten con valor y con éxito organizar esos vínculos de muerte. Solamente con violencia enfrentamos la crueldad, solamente con odio enfrentamos el asesino amor por mandato». Fragmento saliente de la columna de Alfredo Grande, psiquiatra, psicoanalista, periodista, actor, director y fundador de Cooperativa de Trabajo en Salud Mental, entre las múltiples actividades que desarrolla. “Al victimario no le pidas nada. «A la victima ofrécele todo”/ “Lo único obvio es que no hay nada obvio” (aforismos implicados de AG). Más abajo, el texto completo.
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