Por
Zuleika Esnal
Dice la RAE, que Vida viene del latín vita y es el espacio de tiempo transcurrido desde el nacimiento de un ser hasta su muerte.
El de Fernando Báez Sosa duró 19 años y terminó a golpes y patadas en la cabeza.
No quise ver el video.
Ni la zapatilla con sangre.
Ni a Fernando en el piso.
Leo noticias, escucho testimonios.
Vergüenza ajena.
Mucha.
Salvo por el jugador de rugby de no recuerdo qué club, autor del “Sí, fuimos nosotros”.
Así como me rompió el corazón pensar en la mamá de Santiago Maldonado cuando en televisión se permitió que Elisa Carrió lo comparara con Walt Disney e incluso rieron con ella, también pienso en la familia de este pibe que tiene que ver cómo una y otra vez prevalece el morbo por sobre el respeto.
No quiero ver la sangre.
No quiero ver como permiten que familiares de los asesinos tengan espacio en los medios para pregonar por ejemplo que “Andarán en la joda pero no son ningunos ignorantes”.
Ignorante es quien “ignora o desconoce cierta cosa”, nada más lejos de la realidad en este caso.
Es imposible ignorar que una patada en la cabeza puede matar a una persona.
Lo que la señora quiso decir es que no son ningunos "negros".
Faltaba más.
Cuando se trata de "niños bien", no suenan los mismos adjetivos.
No los escucho llamarlos bestias, chacales, escoria humana.
No los escucho pedir pena de muerte.
Al rico se le fue la mano, pobrecito. No tuvo la intención.
Al pobre, paredón.
Basuras que matan por un celular.
¿No les da vergüenza?
Andaban en la joda.
No, mirá.
Si consiste en agarrar a uno entre diez y reventarle la cabeza.
Si huele a sangre .
Si le cuesta la vida a un ser humano mientras te refugiás en la plata de papá para intentar tapar tu mierda, no es joda.
Es homicidio.
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