Rescatar la memoria.

Rescatar la memoria.

19/11/19

" Orgullo boliviano."Por Pablo Marchetti.


" Racismo. Y xenofobia. Y clasismo. Y desprecio por los pueblos originarios. Usar “boliviano” como insulto significa además un profundo desconocimiento de lo que es la realidad boliviana. Es pensar que Bolivia es sólo aquello que nos llega de Bolivia a nuestro país. Que Bolivia sólo está integrada por los inmigrantes bolivianos que viven en la Argentina.
No existe en la ignorancia del sentido común la complejidad que representa Bolivia, con su occidente colla y aymara, y su oriente blanco de inmigración europea. No existe ese país partido en dos, donde desde ambos lugares en algún momento se alzaron voces reclamando la independencia del otro.
Entonces el boliviano es morocho, colla y pobre. Pero lo más importante de todo: por ser morocho y colla es necesario que siga siendo pobre. El lugar común racista indica además que el boliviano es laburante y sumiso. Que es capaz de trabajar quince horas por día en una quinta o en un taller clandestino de costura, y que jamás se queja por eso.
Los bolivianos no pueden ni deben tener dignidad. “Privilegios” sería el término utilizado por el sentido común reaccionario. Porque eso sería si los tuvieran: privilegios. Y eso es lo que hay que evitar.
Una Bolivia con un presidente indígena vino a hacer tambalear la idea de “boliviano” como insulto. Lo simbólico de la investidura resultó inquietante. Pero mucho más inquietante resultó el hecho de que esa presidencia simbólica viniera acompañada de políticas que trajeran dignidad y movilidad social. Es decir, que se tomaran medidas políticas y sociales que permitieran desarticular la idea insultante del término “boliviano”.
En Bolivia puede existir una clase media. Lo que no puede existir es una clase media colla, indígena. Cholas y cholos hablando por celulares de alta gama, manejando sus autos, yendo de compras o cenando en restaurantes. El insulto está allí para condenar. Condenar la presencia, pero también la posibilidad de movilidad social. Si hay que resignarse a la existencia del otro, que sea con humillación y marginación.
Más allá de cualquier consideración política específica, más allá de las contradicciones de cualquier proceso político, hay un consenso casi total en que el gobierno de Evo Morales le devolvió a los bolivianos el orgullo de ser bolivianos. Y muy especialmente a aquellos bolivianos por los que se constituyó el insulto “boliviano”.
Las cifras de crecimiento macroeconómico y de inclusión social de Bolivia está avaladas por organismos internacionales como el Banco Mundial, que muy lejos están de ser considerados “nacionales y populares” o partidarios de la “Patria Grande”. Más bien se trata de aquella gente a la que considera “seria” la misma que usaba (o todavía usa) la palabra “boliviano” como insulto.
Hoy Bolivia sufrió un golpe de Estado a manos de gente que utiliza la palabra “colla” o “indio” con la misma violencia con que aquí se utiliza la palabra “boliviano”. 
Como la canción de los Enanitos Verdes, el golpe podría ser considerado un Lamento Boliviano por parte de la inmensa población colla y aymara de ese país.
 Un lamento que viene a instalar nuevamente la idea de “boliviano” como insulto, con la Biblia como estandarte.
La Biblia y el insulto. O la Biblia como símbolo de esta condición insultante. Porque lo que queda claro es que lo que molesta no es el Lamento Boliviano. Lo que molesta es el Orgullo Boliviano. Eso sí que es, para ellos, un insulto. "

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