Rescatar la memoria.

Rescatar la memoria.

5/6/18

" Un camino de inclusión". Por Ana Laura Zavala Guillén.

 "Como diría Paulo Freire, la educación es emancipadora,
 ¿será que en ello reside el temor de quienes se saben con privilegios?"







El pasado 30 de mayo, la gobernadora de la Provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal (licenciada en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales por la UCA), disertó en el ciclo de conferencias “¿Cómo veo a la Argentina?”, del Rotary Club de Buenos Aires. Allí, preguntó a una audiencia (y cito): “¿Es de equidad que, durante años hayamos poblado la Provincia de Buenos Aires de universidades públicas, cuando todos los que estamos acá sabemos que nadie que nace en la pobreza en la Argentina llega a la universidad?” La respuesta es sí, es de equidad. Y me reconforta que no hubiera aplausos ante este interrogante planteado por la gobernadora. Quizás porque, a pesar de las simpatías políticas, la obsecuencia no triunfó, tal vez porque todo rotario palpita a la educación –en todos sus niveles– como una de las causas mundiales de trabajo colectivo para el Rotary Internacional.
Soy hija de la educación pública de nuestro país, primera generación de mujeres de mi familia en haber accedido a grados universitarios, y becaria Pro Paz Mundial del Rotary Internacional (Clase Universidad de Bradford, Reino Unido, 2011-2012). Al Rotary Internacional le debo agradecimiento por la inigualable oportunidad de permitirme cursar estudios de posgrado sobre resolución de conflictos en uno de sus seis centros de estudio de paz dispersos en altas casas de estudio alrededor del mundo. Yo no nací en la pobreza pero mi familia fue empobrecida por la crisis que precedió y continuó durante el año 2001, que pudimos superar con el tiempo. A mí nadie me cuenta de los sacrificios personales que sorteé para alcanzar mi título de grado como abogada, al que nunca habría aspirado si no hubiera sido educada pública y gratuitamente.
Con trabajo, y manos que se abrieron generosas a través de la Fundación Carolina y el Rotary Internacional, pude realizar estudios de maestría en universidades de España e Inglaterra, mirar a los ojos a los refugiados en campamentos en el desierto del Sahara, y trabajar en el Tribunal Internacional de la Antigua Yugoslavia en el juicio seguido al militar serbio bosnio que había desatado las mayores masacres durante la guerra. He sido con otros, he conocido a partir de la ayuda anónima de otros, y creo junto a ellos que la educación es la mejor apuesta para una sociedad. También las personas empobrecidas creen esto, sueñan con esto, y aquí recuerdo a mi colega camboyano que sí nació en la pobreza y que, en su discurso de graduación de estudios de paz, enmudeció a la platea de académicos al recordar que su madre había pedido a sus dioses ser una piedra en la próxima vida, para no padecer el hambre de la pobreza extrema. Allí, en ese instante de tristeza compartida, pudo imaginar a la educación como camino de inclusión para él y su pueblo.
Conversando con colegas expertos en estudios cuantitativos del Departamento de Geografía de la Universidad de Sheffield —donde realizo mi doctorado—, me explican la existencia de una correlación entre la pobreza y la menor probabilidad de acceso a educación superior, y de un mayor índice de deserción una vez que se ha logrado el ingreso a una carrera universitaria. Sus análisis rigurosos —la mayoría practicados en África subsahariana de donde los investigadores provienen— demuestran que la proximidad física, por ejemplo, de hospitales y escuelas, es crucial para el ejercicio efectivo del derecho a la salud y a la educación por los sectores más desfavorecidos. Exponen el ejemplo de la mortalidad materna, cuya reducción como objetivo para el desarrollo sostenible mundial ha sido significativa en aquellos países que acercaron los centros de salud a las mujeres más pobres. Quizás no sea la decisión política más rentable, pero sí la más justa. Pensar en políticas públicas y gobernar para todos sin exclusión exige que una vez identificado el problema se adopten medidas de acción positiva que promuevan y faciliten el acceso de los vulnerados y empobrecidos al conocimiento. Como diría Paulo Freire, la educación es emancipadora, ¿será que en ello reside el temor de quienes se saben nacidos con privilegios? 
Ana Laura Zavala Guillén: Graduada de la Universidad Nacional de La Plata; becaria Pro Paz Mundial del Rotary Internacional.

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