TERCERA DECLARACIÓN DE PSICOANALISTAS AUTOCONVOCADOS
Enero de 2017.
Entramos en el segundo año del gobierno de Macri y todos los indicadores sociales han empeorado. Su gobierno lo atribuye a lo que llama “pesada herencia”. Hay que despedir, bajar los salarios, aumentar los servicios hasta lo absurdo, desmantelar el CONICET, entregar a las empresas extranjeras los satélites ARSAT, cerrar o desfinanciar todos los planes de contención social (sea en derechos humanos, en violencia de género, en protección de la infancia, en protección ambiental, salud mental), bajar los presupuestos en educación y en salud, volver a endeudarse de modo brutal, todo, absolutamente todo es justificado por la pesada herencia.
Cada medida que se toma que destruye al país y carga sobre futuras generaciones con los escombros de la demoledora política actual, es atribuida a la pesada herencia. Lo cierto que es que desde el comienzo del gobierno de los Kirchner, Macri y el sector económico que representa pensaron que había que hacer lo que ahora están haciendo. No lo hacen por ninguna herencia K, sino porque así conciben la vida social: promueven la desigualdad hasta los bordes de lo obsceno. Lo verdaderamente pesado que hay en lo heredado es que ahora deben destruir más cosas para tener éxito.
Mientras tanto, los medios de comunicación ignoran todo, nada dicen, nada hablan. Sólo repiten el estribillo: “pesada herencia” y “corrupción K”.
Una y otra vez; en cada tapa, en cada zócalo, en cada “programa de noticias”.
Mientras “se robaron todo” es repetido sin cesar, los Panamá papers de Macri y tantos otros funcionarios, los negocios con su primo Calcaterra, con su amigo Caputo, con sus socios de Boca Juniors, con sus intendentes amigos se ocultan bajo el sonsonete.
Pero es tanta la corrupción macrista que cuando investigan a Báez descubren que era un tercerizado de IECSA (la empresa de Macri), cuando buscan cuentas K en el extranjero encuentran las de Macri y sus socios, cuando investigan a López resulta que vivía en la casa de un conocido miembro del macrismo.
La corrupción que pudo haber habido antes jamás se separó del sector históricamente más corrupto en los últimos cuarenta años.
Pero la información que el ciudadano medio consume nada le dice al respecto.
La hipocresía más ramplona se ha adueñado del país ante una sociedad que no termina de creer que lo que está ocurriendo ocurra.
Entrados ya en el segundo año del gobierno de Macri, pues, con pesar debemos ratificar todos los juicios, opiniones y percepciones que ya expusimos en las dos declaraciones precedentes de Psicoanalistas Autoconvocados y en otros textos que han circulado por diferentes vías. En efecto, Psicoanalistas Autoconvocados ha estado presente y participado activamente de numerosas manifestaciones y marchas, como la protesta de los investigadores del CONICET, la Marcha por los Derechos Humanos de los días 8, 9 y 10 de diciembre, entre tantas otras.
Observamos que día a día los problemas se agravan, se expanden a lo largo del territorio nacional y en cada una de las áreas.
Sucesos recientes como la represión salvaje a la comunidad Mapuche y a los trabajadores informales del barrio porteño de Once (sumadas a la represión de numerosas manifestaciones populares), la nula intervención de la Nación en los incendios en La Pampa (acompañada de las lamentables afirmaciones del Ministro de Medio Ambiente, Sergio Bergman), los nuevos embates propagandísticos (articulados por la alianza político-mediático-judicial) para intentar convencer a la población –cuando se cumple un nuevo aniversario de la muerte del Fiscal Alberto Nisman- de que su deceso se debió a un asesinato en que estarían implicados miembros del anterior Gobierno, la continuidad de la persecución política a la militante social Milagro Sala con argumentos pseudo jurídicos que ya nos han hecho “entrar en el mundo” pero como un país que nuevamente incumple con los compromisos en cuanto a derechos humanos que la Nación suscribió, los intentos por criminalizar la infancia bajando la edad de imputabilidad, la represión a los trabajadores despedidos de la empresa Artes Gráficas Rioplatense (del Grupo Clarín), son sólo algunos de los muchos hechos que exhiben con claridad que estas políticas económicas que buscan eliminar cualquier perspectiva siquiera mínima de país soberano sólo se pueden sostener en la represión física, ideológica y judicial de cualquier oposición verdadera.
Así, violencia, impunidad, negligencia, indiferencia, xenofobia, búsqueda de chivos emisarios, corrupción y violación a la Constitución Nacional son las principales prácticas que sin lugar a dudas describen la política implementada a nivel nacional por la alianza PRO-UCR y que se expanden por numerosas provincias y municipios.
Agreguemos lo que de ningún modo es un aspecto menor, el cinismo discursivo de los funcionarios que, pese a tenernos acostumbrados ya desde el inicio de su gestión y de la misma campaña en aquel debate memorable, no deja de asombrarnos y llenarnos de indignación, bronca y dolor. Nada menos que el Secretario de Empleo, Miguel Ángel Ponte, afirma que contratar y despedir gente debería ser tan natural como comer y descomer; ni qué decir del flamante Ministro de Economía que tiempo atrás propuso (e ironizó) vía Twitter que para acabar con el hambre y la pobreza deberíamos comernos a un pobre.
Resaltemos otro borde sumamente preocupante de la realidad del país. En efecto, ante el mencionado conjunto de medidas y expresiones, sabemos objetar, denunciar, agruparnos e, incluso, recurrir al humor que, con Freud, comprendemos como un poder ante la adversidad.
¿Pero qué ocurre con esos vastos sectores de la sociedad que aún apoyan a este Gobierno o que piensan que con las mismas políticas pero con alguien diferente el país puede prosperar?
¿Cómo es que tantos ciudadanos que ya perciben las consecuencias nefastas del llamado neoliberalismo continúan elogiando las medidas adoptadas? ¿Por qué los ciudadanos que ya sufren en carne propia el deterioro económico y el retroceso social mantienen alguna esperanza?
Freud sostuvo: “Supongamos que en un Estado cierta camarilla quisiera defenderse de una medida cuya adopción respondiera a las inclinaciones de la masa. Entonces esa minoría se apodera de la prensa y por medio de ella trabaja la soberana «opinión pública» hasta conseguir que se intercepte la decisión planeada”.
La minoría que menciona Freud no sólo se ha “apoderado” de la prensa, sino que es la prensa misma e incluso, es el Gobierno Nacional (tiene empleados que son ministros o miembros de la Corte Suprema de Justicia).
¿Cómo interpelar, pues, a la mentada opinión pública?
Sabemos que la opinión pública, antes de hacer carne en la sociedad, antes de devenir opinión pública, es entre otras cosas, opinión publicada. Pero aún así, ¿resulta suficiente considerar a los aún “convencidos” como sujetos solamente manipulados por los medios de comunicación? ¿Qué otros factores intervienen en su propia construcción de la realidad?
Interpelar el sentido común instalado requiere abrir un debate con el otro y con los propios supuestos que uno porta. La realidad nos exige un compromiso político, militancia y pensamiento crítico (ese pensamiento que Marcos Peña y Alejandro Rozitchner acaban de objetar en nombre de un supuesto “pensamiento positivo”, que pretende llevarse por delante toda tradición filosófica y científica con un vulgar precepto de autoayuda).
Es necesario pero no alcanza con poner de manifiesto las mentiras de la prensa, de los grupos concentrados de comunicación. Se impone también abrir el campo creencial pétreo de quienes justifican este accionar del gobierno nacional sin pertenecer a ese minúsculo sector privilegiado que se enriquece por hora a costa del conjunto de la sociedad y de las generaciones futuras. Para ello no basta con mostrar las mentiras permanentes pues la información choca contra las defensas que el yo desata toda vez que la propia estima narcisista se ve herida.
¿Cómo acceder a quien tiene miedo?
¿Cómo producir un autocuestionamiento de quien tiene un odio alimentado en los últimos años? ¿Cómo terminar con las frases hechas y los clichés?
¿Cómo dialogar con quienes sospechan su error pero no pueden reconocerlo?
Ese es un desafío que la política tiene por delante.
Hace ya muchas décadas, numerosos pensadores que abrevaron en el psicoanálisis para pensar la realidad social y la política, Marcuse y Fromm entre otros, se centraron en el concepto freudiano de represión para comprender el sometimiento social (económico pero también cultural) por parte de las clases dominantes.
Consideramos que los signos de la realidad actual, y sin desechar lo que nuestros maestros nos han enseñado, nos conducen a recurrir a las hipótesis sobre la desmentida para comprender y combatir ya no sólo el sometimiento sino también el desconocimiento de la realidad que la época indica a nivel global.
Como psicoanalistas, entonces, tenemos la tarea de aportar en ese programa, debatiendo entre nosotros y con la sociedad toda.
Psicoanalistas Autoconvocados.
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