“El fundamento del Sistema Republicano está en la opinión del pueblo, y ésta no se forma sino instruyéndolo”, que no es sólo saber “leer y escribir”.
La ignorancia es un arma enemiga que nos deja indefensos sin poder conocer cómo los poderosos, el sistema, los privilegiados han tejido la tela de araña en la que quedamos aprisionados.
“¿Cómo se puede cambiar un país sin cambiar sus hombres?
¿Y cómo se pueden cambiar los hombres si no se comienza con los niños?
No se podrá cambiar el país ni el mundo sin aislar, en una nueva educación, a una generación entera de la influencia corrompida y corruptora de la vieja sociedad.
Es así de simple y al mismo tiempo de difícil el problema” (Simón Rodríguez).
Los poderosos y su sistema educativo tienen un saber que no está al servicio de la verdad sino de la apariencia y el ocultamiento.
De allí que Simón Rodríguez pretendiera formar hombres en el arte de vivir.
La educación en Simón Rodríguez no es la simple transmisión de conocimientos, no es la aprehensión teórica de las cosas.
Traza un plan donde se da la convergencia entre lo teórico y lo práctico.
Este plan, por medio de sus varias actividades, y básicamente a través del trabajo productivo, es un instrumento fuerte para el entrenamiento de los educandos.
Para su época la educación en el trabajo tiene la finalidad de dar a los alumnos una herramienta con qué defenderse en la vida, mediante la adquisición de una habilidad especial de tipo artesanal.
De ahí su búsqueda de maestros nuevos, íntegros, incorruptibles, que acudieran al magisterio por vocación y no por necesidad y cuyo ejercicio les garantizara una vida digna”.
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