"Si la solemnidad, la postura docta, las estatuas y las calles con apellido
fueran proporcionales a la virtud y al pensar profundo,
cuán poca de esta estofa habría.
Este vivir no necesitaría tanta paciencia ni abundaría tanta tentación
de una vileza a cambio de celebridad.
Por ahora, la profusión de estatuas, aniversarios, volúmenes de historia,
apellidos de esquina
y escritos de la segura virtud hacen muy sospechosa a esta sociedad de la
perdonable pobre gente que somos todos.
Sobresalta notar tanto trabajo de los hombres por parecer buenos,
en una civilización tan enamorada de las cerraduras Yale y de los buenos
modales,
trampa de adormecer víctimas..."
Macedonio Fernández
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