Toda una generación de mujeres con aspiraciones de ser libres que habían luchado en la guerra del lado republicano quedó aislada, primero con la guerra, luego con la dura represión y después con los cuarenta años de silencio.
Fernando Romero, miembro del grupo de trabajo Recuperando la Memoria de la Historia Social de Andalucía transmite historias espeluznantes de una investigación elaborada junto a Pepa Zambrana, de la Asociación Memoria Histórica y Justicia de Andalucía, sobre la represión en El Gastor, un pueblo de Cádiz.
Sólo allí, según los testimonios, unas 40 mujeres fueron vejadas. Entre ellas, María Torreño, la mujer de un concejal socialista, y su hija Fraternidad Hidalgo. A Fraternidad, de 21 años, la maltrataron con tanta saña que perdió el hijo que esperaba, la dejaron ciega y murió al poco tiempo como consecuencia de las torturas. A Frasquita Avilés, una mujer que rechazó a un falangista que se había enamorado de ella, la violaron en el cementerio después de muerta. "Y se repite el esquema en todos los pueblos", afirma Carlos Perales, historiador y director de la Delegación de Ciudadanía de la Diputación de Cádiz, que recopilará todas las investigaciones en la provincia. "La indemnización es lo de menos añade, lo importante es que se las reconozca como víctimas; fueron tan humilladas que muchas ni se atreven a decir que fueron violadas".
A la humillación, además, se sumaba la rapiña. "Les quitaban todo, muebles, ropa y no tenían nada para comer; por eso muchas se dedicaban al estraperlo", reflexiona Raquel Zugasti, que ha participado en la exhumación de una fosa de Málaga.
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