A veces nos invaden los ancestros
en un gesto impensado, una manera
de cortar la rama, dar la mano,
pensar en los conjuros entre el fuego,
Y piensa, nos están dejando solos,
sin voces propias ni sagradas formas,
nos empujan al hambre deshojados,
al pie desnudo, la esperanza al viento
y hay que clamar entonces con las voces
de los propios fantasmas.
Los fantasmas que vuelven ateridos
y flotan como un manto de neblina,
reclaman una historia interrumpida,
una vida común de golondrina,
o de pez si se quiere, o de paloma,
cualquiera de los signos de la vida,
de la paz y los hombres que la hicieron,
que poblaron la tierra de leyendas
y ahora son los fantasmas ancestrales
que a veces nos invaden y preguntan
y uno no sabe por qué razón absurda
no se quiere olvidar, entonces canta.
Hamlet Lima Quintana.
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