(Un texto en el día de los educadores)
Se levantan a las cinco de la mañana, corrigen, van en bondi o en tren
hasta la escuela( y pagan el boleto).
Llegan y ayudan a hacer el desayuno porque seguro muchos pibes se saltearon, a la fuerza, la cena.
Reciben a los pibes con una sonrisa.
A veces,muchas veces,despiertan a los que se quedan dormidos porque la noche anterior anduvieron cirujeando y tirando del carro.
Escuchan de todo y a todos.
A veces cruzan el río para llevar libros.
A veces con botas de goma por la inundación.
Otras veces se le paran de mano a los mosquitos mecánicos que fumigan con veneno la tierra y los guardapolvos.
A veces los matan en la ruta y de espaldas, de la manera más cobarde y cipaya.
Siempre terminan poniendo sus recursos : compus, fibrones, borradores, proyectores,cartulinas, libros y salud mental.
Otras veces se enteran antes que nadie del maltrato a las pibas,
de los moretones y de las amenazas, de los intentos de secuestro o de quienes viven secuestradas en sus propias casas.
Enseñan a leer y abren ventanas dónde antes solo había muro y cemento inamovible.
Luchan por su salario y también por el de la escuela, por si explota, porque a veces explota llevándose a los mejores.
Se cansan mucho y todo el tiempo.
Pueden ayunar semanas enteras en el medio de una carpa.
De cara al mundo y de cara al viento.
Y todo eso, sin tirar una sola bala.
Texto de @bernardopenoucos
Imagen @fernandoraki con la frase de @elaleman.uy
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