"Mi abuela murió de hambre. Mi padre murió aplastado por un camión mientras recogía animales atropellados en una carretera para llevar comida a casa. Yo mismo estuve a punto de morir varias veces por beber agua podrida. En Gambia las cosas funcionan así. Pero no quiero que mis hijos mueran siendo niños. Por eso vine."
Me lo contaba mi amigo Musa con su enorme sonrisa que era como una luna creciente en una noche oscura.
Le costó dos años llegar a la frontera con Melilla y otro año más para cruzarla. Trabajó en invernaderos, descargando camiones, recogiendo aceitunas y acarreando ladrillos.
Ahora podía mandar un par de zapatos a sus hijos dos veces al año.
-Y están aprendiendo español, decía orgulloso.
Pero el sueño europeo y la pesadilla africana fueron redactados por la misma mano de cuidada manicura.
Y me he enterado de que a Musa lo detuvo la policía una mañana al salir del trabajo. Lo había denunciado un compañero de la obra.
A Musa, el de la eterna sonrisa, el que tenía a los hijos aprendiendo español, lo deportaron dos meses más tarde.
Guardo aún su dirección de Gambia y debo escribirle.
Necesito saber qué talla de pie tienen sus hijos.
------------------------------ ------------------------------ -----------
Facebook me trae este recuerdo de hace 6 años. Como os conté, creo, al final supe por qué Musa no llegó a contestar a mi carta. Me enteré por un compatriota suyo que Musa volvió a cruzar. Lleva un tiempo trabajando en el norte y está bien.
Os cuento esto de nuevo por dos cosas.
Primero para quienes se quedaron sin conocer cómo siguió la historia.
Segundo para que conozcáis qué clase de personas son aquellas a quienes tanto temen y odian los 3´5 millones de fascistas que hay en este país.
TICO PELAYO.
Fuente : Facebook.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario