“A los que ignoran, enseñadles todo lo que podáis;
la sociedad es culpable de no dar enseñanza gratis: es responsable
de la noche que produce.
Cuando el alma está llena de sombras, se comete el pecado.
El culpable no es quien ha cometido el pecado
sino aquél que ha provocado la sombra.”
Víctor Hugo.
Noé Jitrik
¿Quién no conoce Los miserables, del igualmente conocido Víctor Hugo? ¿Quién no se ha compadecido del desdichado Jean Valjean, perseguido implacablemente por el durísimo Javert? Como se recordará, Jean Valjean había sido condenado a no sé cuántos años de prisión por haber robado un pan: no fue para revenderlo y hacerse rico sino para comerlo después de mucho tiempo hambreado, sin trabajo, sin recursos, sin un centavo para comprarlo. Ningún juez consideró esas circunstancias como atenuantes, al contrario, deben haber pensado, y así actuaron, que ser pobre, miserable, era un delito que debía ser castigado cuando violaba la sagrada ley de la propiedad.
Victor Hugo, me parece, estaba dibujando con esa inhumana imagen el proyecto de una burguesía capitalista que, al mismo tiempo que acumulaba para constituir un capital mediante el trabajo semiesclavo, entendía que para lograrlo debía castigar a los pobres con el gran objeto final de acabar con ellos, no sacándolos de la pobreza sino mandándolos a la cárcel o, si éso no era suficiente, a la muerte.
Jean Valjean se escapa y capturarlo se convierte en una obsesión para el policía; casi no tiene argumentos aunque uno, al menos, puede inferirse de la lógica jurídica que se le aplica: “no puedes tener nada que no puedas pagar”.
Si el poder no aplica esa regla con absoluto rigor –hasta penar el robo de un pedazo de pan– el sistema trepida y termina por venirse abajo, la acumulación se interrumpe, el capital se perfora.....
Si el poder no aplica esa regla con absoluto rigor –hasta penar el robo de un pedazo de pan– el sistema trepida y termina por venirse abajo, la acumulación se interrumpe, el capital se perfora.....
Fuente: Página/12.
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