"¿Quién dijo que todo está perdido?
Yo vengo a ofrecer mi corazón"
Fito Páez.
"Poesía necesaria como el pan de cada día", dice el poeta.
Poesía y utopía riman bien, y ambas nos son totalmente indispensables para atravesar el túnel. No aceptamos esa sociedad oficial que reduce la vida humana a mercado o, en el mejor de los casos, se propone el objetivo, siempre aplazado, de reducir el hambre a la mitad...
Estamos perplejos.
Muchas voces, desde muchos ángulos, confiesan que estamos en crisis.
Y que, así las cosas, no le va ni a Dios ni al Mundo.
Estar en crisis, sin embargo, no es necesariamente una desgracia.
La crisis es la fiebre del espíritu. Donde hay fiebre hay vida. Los muertos no tienen fiebre.
No se trata de ignorar la realidad. Más aún: hay que asumirla y transformarla, radicalmente.
Vamos con "la Humanidad como sujeto" del cambio.
La utopía es necesaria porque la desigualdad entre ricos y pobres aumenta, según la ONU, incluso en países del Primer Mundo. América, según la OEA, es la región más injusta, por esa desigualdad sistemática. Hay más riqueza en la Tierra, pero hay más injusticia.
África ha sido llamada "el calabozo del mundo", una "Shoa" continental.
Un total de 2.500 millones de personas sobreviven en la Tierra con menos de dos euros al día y 25.000 personas mueren diariamente de hambre, según la FAO.
La desertificación amenaza la vida de 1.200 millones de personas en un centenar de países.
A los emigrantes les es negada la fraternidad, el suelo bajo los pies.
Estados Unidos construye un muro de 1.500 kilómetros contra América Latina, y Europa, al sur de España, levanta una valla contra África.
Todo lo cual, además de inicuo, es programado.
Un inmigrante africano, en una estremecedora carta, escrita "tras los muros de separación", advierte: "Les ruego que no piensen que es normal que vivamos así, porque de hecho es el resultado de una injusticia establecida y sostenida por sistemas inhumanos que matan y empobrecen... No apoyen este sistema con su silencio".
Es necesario un giro hacia la verdad y hacia la justicia.
Queda , todavía , utopía y compromiso en este planeta desencantado.
Pedro Casaldáliga
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