Los expertos aseguran que el trauma que esta experiencia puede causar en algunos
niños, puede causarles secuelas psicológicas en el futuro. La falta de atención
psicosocial y la falta de educación podría crearles una barrera en el proceso
de integración en el país de acogida.
"El estrés aculturativo, el que produce un cambio de cultura, en este caso se agrava",
explica el doctor en Piscología Clínica y de la Salud, Fidel Hernández, que es
especialista en temas de inmigración.
"Lo que más agudiza el estrés no es el viaje en sí, sino la incertidumbre
de no saber a dónde van", recalca.
"Esto puede afectar en desajustes emocionales, en incapacidades para tolerar
determinadas frustraciones, poca estabilidad emocional", recalca Hernánez,
que asegura que la experiencia traumática que están viviendo los niños refugiados
puede afectar rasgos de la personalidad.
"El trauma dependerá del niño y de la familia, pero en general van a ser adultos
más vulnerables, pueden ser más retraídos, más tímidos o más agrevisos", añade.
"El impacto negativo se deja sentir en el plano emocional, cognitivo y hasta físico",
explica el psicólogo infantil y pedagogo, Valentín Martínez, que hace hincapié en la necesidad de unas políticas de acogida que cumplan todos los requerimientos
de estos niños, tanto a nivel educativo como en su desarrollo físico y psicológico.
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