Los indios de las Américas viven exiliados en su propia tierra.
El lenguaje no es una señal de identidad, sino una marca de maldición.
No los distingue: los delata. Cuando un indio renuncia a su lengua, empieza a civilizarse. ¿Empieza a civilizarse o empieza a suicidarse?
Para despojarlos de su libertad y de sus bienes, se despoja a los indios de sus símbolos de identidad.
Se les prohíbe cantar y danzar y soñar a sus dioses, aunque ellos habían sido por sus dioses cantados y danzados y soñados en el lejano día de la Creación.
Desde los frailes y funcionarios del reino colonial, hasta los misioneros de las sectas norteamericanas que hoy proliferan en América Latina, se crucifica a los indios en nombre de Cristo: para salvarlos del infierno, hay que evangelizar a los paganos idólatras.
Se usa al Dios de los cristianos como coartada para el saqueo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario