La escuela fusilada
Con la llegada de la República cristalizan en la escuela "proyectos pedagógicos progresistas e interesantes que tomaban como modelo formas de enseñanza que se ensayaban con éxito en América y en Europa", explica el profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de Salamanca Francisco de Luis Martín.
Hubo rigurosos programas de formación para los maestros que les convirtieron "en una de las mejores generaciones de docentes que ha tenido España".Viajaban al extranjero y conocían la educación de otros países. El Plan Profesional de la República les reservaba una plaza al acabar su formación.
La dictadura fusiló aquella escuela, resentida ya con la guerra. Los nacionales se encargaron de "aniquilar la semilla de Caín", como propugnaba el entonces obispo de Salamanca, Pla i Deniel. Y los republicanos defendieron su ideología en las aulas. "Tenían que ganar la guerra", explica el historiador Francisco Morente Valero. "La escuela republicana fue una escuela más plural, precisamente por el pluralismo del gobierno.
Aquellas enseñanzas sólo tenían en común el espíritu antifascista", explica Morente.Y los maestros republicanos lo pagaron caro. La depuración durante y después de la guerra dejó unos 15.000 expulsados y unos 6.000 sancionados. Lo menos grave es que estuvieron 18 meses sin cobrar. Tampoco la universidad se libró del "atroz desmoche" que despojó a muchos de su trabajo para colocar en sus puestos a los afectos y ascender en el escalafón académico. Jaume Claret, historiador de la Universidad Pompeu Fabra, cita el fusilamiento del rector de Oviedo, hijo de Leopoldo Alas, o del rector de Granada, discípulo predilecto de Unamuno, entre otros.
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