Rescatar la memoria.

Rescatar la memoria.

27/11/20

"Vivo y sembrado en el alma de la gente." Autor: Leidys María Labrador Herrera | leidys@granma.cu

Autor:  | leidys@granma.cu

 Rompiste las barreras del silencio. 

Derrumbaste el laberinto del olvido. 

Hiciste que la muerte fuera presa de su propia escaramuza 

y aquí estás todavía, Comandante, 

porque ya es irreversible la fusión de tu existencia con la historia.

No dejaste vacíos los espacios donde antes se alzaba tu estatura, aprendiste a habitar otros, que no por intangibles son menos reales y profundos.

Es cierto, nunca pretendiste ser eterno. Tu actuar consecuente, con la desbordante transparencia de quien se sabe seguro del ideal que defiende, no tuvo jamás por objetivo inmortalizar en el tiempo tu figura. La sobrevida de que gozas, líder natural de los humildes, fue pura y espontánea decisión de todo un país, de un pueblo que se niega a dejarte morir, con la misma voluntad con la que un día encabezaste a quienes impidieron que muriera el Apóstol.

Cuatro años han pasado desde que andas sembrado en el alma de la gente y la fidelidad a tu impronta sigue intacta. No es una cuestión de idolatría; la permanencia de ese noble sentimiento se trata del respeto ganado con el propio sacrificio, de pagar amor con amor, entrega con entrega.

Y todavía hay quien no entiende de qué hablamos cuando decimos «continuidad», de qué se trata para nosotros la tradición de los principios, de los valores humanos, de la defensa de nuestra libertad. Pues bien, se trata de eso, de que no quede trunca una obra excepcional y seguir los senderos de la tuya es la más fehaciente de las pruebas.

Fidel, duros retos le han tocado a tu pueblo en estos tiempos. Con fuerza ilimitada se ha vertido el odio del imperio sobre esta tierra, mientras una pandemia de inimaginables dimensiones puso con crueldad al descubierto las desigualdades de este mundo, que tantas veces desenmascararon tus palabras.

Y no, no hemos salido ilesos Comandante. Nos ha tocado batallar muy duro, recurrir a las esencias más profundas de nuestra obra, edificar en colectivo las más justas y necesarias maneras de hacer, pero tenlo por seguro, ni por un solo instante los cimientos de esta Revolución se han debilitado.

Por el contrario, decidimos hacer lo que hubieras hecho tú, lo que aprendimos desde la nobleza de tu ejemplo: poner manos a la obra sin dejar lugar al pesimismo y al cansancio, pensar claro y objetivamente, andar con los pies bien puestos en la tierra.

Entonces es indudable, cada vez que renace la esperanza, que logramos despejar las tempestades, que damos otro paso hacia el futuro, late entre millones de voces un ¡Gracias, Fidel!, porque tú creaste el precedente de lo que somos hoy.

Que te lloramos, que el no verte cada día aún nos duele, que no ha habido un solo día en este tiempo en el que no recurriéramos a tu legado, eso es cierto. También lo es el hecho de que lo más reconocible de tu andar por este mundo, fue la claridad de que la Revolución no era un solo hombre, y mira con qué fuerza la han defendido quienes al decir «Yo soy Fidel», dijeron además «Yo soy la Revolución».

Por eso es imposible que al hablar de tu persona pueda haber silencio u olvido, y si el Apóstol pudiera te diría que cumpliste demasiado bien la obra de la vida como para que tu muerte sea verdad. Bienvenido entonces al presente, eterno Comandante, tú nunca serás para tu pueblo parte del pasado, serás siempre presencia imprescindible.

 Leidys María Labrador Herrera | leidys@granma.cu

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