Esto de la vida y la muerte, los sentimientos, las emociones… son una rueda que no sólo no para, sino que gira a velocidades -o con intensidades- muy distintas, dependiendo del contexto. Me explico. Ayer el mundo entero se conmovió con la muerte de Maradona y en las últimas 24 horas se han dicho, se han escrito, hemos visto tantas cosas sobre él, tantas… Porque todo viaja a velocidad de vértigo. Argentina está tres días de luto oficial pero mucha gente, en otros lugares, de alguna forma lo comparte: es un duelo global.
Pero como esa rueda de la vida y la muerte no se detiene resulta que a la misma hora en que cantábamos la grandeza de Maradona como futbolista y su miseria como ídolo caído, a la misma hora, amigos y familiares sobre todo de Cádiz, pero también de otros lugares de España lloraban la desaparición de alguien que fue la primera cara, la primera sonrisa y el primer abrazo para centenares de migrantes de esos que se juegan la vida en un cayuco o en una patera. Iván Lima tenía 48 años, era voluntario de Cruz Roja desde hacía 20, y ha muerto víctima del COVID. Hoy queremos abrir esta ventana con su recuerdo, porque la vida se escribe con historias grandes y también con historias pequeñas.
Carles Francino
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