Las fuerzas represivas al servicio del capitalismo son racistas, clasistas, misóginas, fascistas... y lo son porque su odio las blinda para su horrible labor de reprimir las protestas de la clase explotada, para su labor de proteger a los grandes capitalistas agrediendo al pueblo cuando se alza cansado de injusticia social y explotación.
El principal rol de las fuerzas represivas en los Estados Burgueses es reprimir para perpetuar este sistema de explotación. Por su labor, las fuerzas represivas gozan de impunidad absoluta o casi absoluta para sus reiterados crímenes.
Tras el asesinato de George Floyd por parte de la policía que lo asfixió durante largos minutos, pese a sus desgarradores gritos y espasmos, la clase explotada, cansada de los constantes atropellos, palizas y asesinatos racistas que perpetran la fuerzas represivas del capitalismo estadounidense, sale a la calle con la rabia hirviendo, quema edificios y otros lugares simbólicos del poder capitalista.
La protesta se enfrenta también a las comisarías de varias ciudades. La clase explotada tiene la fuerza necesaria para tumbar este sistema de barbarie, para tumbar a la burguesía y su sistema criminal, lo tiene porque la clase explotada, la clase trabajadora, es la inmensa mayoría de la humanidad, sólamente nos falta organizarnos para que la justa rabia pueda alumbrar una revolución.
Van 6 días de protestas masivas que ya se extienden a 30 ciudades estadounidenses y a otros países del continente y del mundo.
En Francia, las y los migrantes africanos también realizan manifestaciones masivas contra la violencia policial y contra la Esclavitud moderna a la que son sometidos, al ser privados de derechos por las leyes de inmigración lesivas de la UE, que los reduce a la marginación de ser “sin papeles”. Los países imperialistas depredan las riquezas de África, Asia y América Latina, pero rechazan a las personas empujadas al éxodo por esa depredación capitalista.
En Estados Unidos, la población afrodescendiente, las y los nietos de los africanos esclavizados por el colonialismo europeo y por la burguesía estadounidense, los descendientes de aquéllos que construyeron palacios, infraestructuras y riquezas a granel trabajando como esclavos, sobre cuyo sufrimiento se enriquecieron los esclavistas, hacendados, algodoneros y capitalistas de toda laya, hoy siguen siendo parte de la clase explotada, precarizada, humillada, discriminada... así como la mayoría de la población indígena, las y los migrantes, la clase obrera que no posee los medios de producción y tiene que vender su fuerza de trabajo a la patronal que la exprime y la exprime por miserables salarios.
Es la realidad de un abyecto sistema de clases heredero de otros sistemas de clases, un sistema de clases en el que la actual burguesía es descendiente de la burguesía colonial y esclavista (a la que se le sumaron saqueadores de cuño más reciente). Un sistema de clases que nos ancla como humanidad a la crueldad cotidiana de la injusticia social, que nos empuja como planeta a la destrucción.
Pero tenemos la fuerza suficiente para cambiar esta situación porque somos mayoría, nos falta elevar los niveles de consciencia de clase y de organización para lograr una revolución que nos libre por fin de la burguesía, de un sistema de clases basado en la explotación, en el saqueo de la naturaleza, en las guerras imperialistas.
Tenemos que decirle "Basta" a este sistema en el que un puñado de capitalistas mercadea hasta con cuestiones tan esenciales como la salud, la educación, el derecho a un techo. Nos falta organizarnos para lograr una revolución que nos libere de toda explotación, que nos libere también de todas las discriminaciones y paradigmas de sumisión que hasta hoy utiliza y promueve la clase explotadora para dividir y dominar, como lo son el racismo, el clasismo, la misoginia, la xenofobia, etc. Hace falta una revolución que ponga fin al Terrorismo de Estado que perpetran los Estados Burgueses como el de Estados-Unidos y numerosos países más, que ponga fin a tanto abuso, explotación, injusticia.
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Texto Cecilia Zamudio.
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