No creamos jamás que somos bastante sabios, bastante valientes, ni bastante justos.
Y después, no nos conformemos nunca con el orden social.
Seamos eternos descontentos.
No digamos que el mundo es bueno, para un dios idiota y asesino cualquier mundo es bueno.
Pero nosotros diremos que el mundo es malo, porque somos mejores que el mundo,
porque hemos venido a embellecerlo,
a transfigurarlo y a crearlo nuevamente.
¡Ay de nosotros el día que estemos satisfechos del ministro, del obispo, del general, del juez y del banquero!
¡Ay de los asnos que se enorgullecen al ser montados!
Conservemos el perpetuo gesto de protesta contra todo lo que oprime el lomo,
el corazón o la mente.
Reclamemos, exijamos, impongamos sin cesar el bien,
empujemos el universo hacia adelante.
Hablemos con la frente muy alta a los falsos poderosos.
No nos acerquemos de rodillas a los dioses moribundos,
nosotros que somos los dioses jóvenes.
No nos inclinemos ante las ruinas del pasado,
nosotros que somos los conquistadores del futuro.
Seamos unidos, seamos fuertes.
No basta tener razón, hay que realizarla.
Rafael Barrett
Publicado en La Acción, 2 de mayo de 1910
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