Por Karina Micheletto-
"Su mirada artística estuvo siempre ligada a un compromiso ideológico que mantuvo arriba y abajo del escenario. En sus meses finales de actividad artística, por ejemplo, lo último que hizo, además de celebrar su medio siglo de carrera, fue participar, en tiempos de una España cada vez más tomada por la derecha y las banderas xenófobas, de conciertos solidarios para recaudar dinero para ayudar a los refugiados sirios. Entre esos conciertos “soñados y especiales” de los que había participado, él mencionaba especialmente el de aquel 25 de mayo en Buenos Aires, en la Plaza de Mayo, en un escenario que ocupó junto a colegas como Silvio Rodríguez.
De su Manila natal, donde vivió hasta los 11 años, decía que tal vez le había quedado como herencia, además del idioma inglés, una sensualidad distinta que volcaba en sus canciones. “Supongo que esa dosis de sensualidad, en el caso de que exista, es algo que me viene del trópico, y no de Europa. Será que me quedaron los colores, los olores y los sabores de aquel lugar”, analizaba.
Creía en el valor de la canción, en su para qué: “Una canción es una búsqueda. Es una manera de intentar ser más imaginativos, más libres, más seres humanos. Ese es su objetivo último. Si con una canción o un puñado de canciones se puede lograr que alguien sea un poquito más sensible, más inteligente, si se puede lograr que haya algún tipo de reflexión sobre un tema, se habrá cumplido la misión del artista. Y eso es bastante en estos tiempos de absoluta estupidez que estamos viviendo, en una época que ya no es de pensamiento único, sino de pensamiento cero”, definía.
En el repaso por sus últimos discos, aparece claramente esta convicción. Está, por ejemplo, Atenas en llamas, que escribió tras una visita a una Grecia “obligada a vender todo, mientras una Europa ‘generosa’ le da limosnas para que sobreviva”. Está uno de sus últimos discos, al que llamó Intemperie, de 2010, que hoy suena perturbador. Había surgido al pulso de una España a la que definía “al filo del abismo”, de una Europa que por entonces le ofrecía “una sensación de estar viviendo en la máxima precariedad, de incertidumbre, de abismo constante, esta sensación de que en cualquier momento se derrumba toda la estructura en la que estamos sostenidos”. Algo de aquello que advertía entonces el cantautor, suena ahora escandalosamente premonitorio: “Intento reflejar un poco esta sensación de que en cualquier momento se derrumba el techo que nos protege, y nos quedamos todos a la intemperie”.
FUENTE : PÁGINA/12
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