“Por los niños que cogió la muerte jugando,
por los hombres que desfallecieron trabajando,
por los pobres que fracasaron amando,
pintaré con grito de metralla,
con potencia de rayo y con furia de batalla”.
Oswaldo Guayasamín.
Por:Luján Calderaro
Estudiante de Trabajo Social UBA
Un 6 de julio de 1919 nacía Guayasamín, destacado pintor ecuatoriano.
Sus obras pincelaron en la historia.
Sus pinceladas destilan memoria; no olvida un centímetro de la historia de la humanidad: nos pintó amando, llorando, mendigando, robando, desnudos, rezando, mutilados, matándonos, luchando, esperanzados.
Tal vez, sus ansias de mostrar a la humanidad en todas sus dimensiones, se sintetizó en su mayor obra de arte: la Capilla del Hombre. Un museo de arte, construido en su ciudad natal, en homenaje al ser humano, a los hombres y mujeres de América Latina. Había capillas para dioses de todos los colores, pero ningún templo para el ser humano:
“Por los niños que cogió la muerte jugando, por los hombres que desfallecieron trabajando, por los pobres que fracasaron amando, pintaré con grito de metralla, con potencia de rayo y con furia de batalla”.
En el museo, cientos y cientos de pinturas y retratos de Oswaldo, reflejan la historia de hombres y mujeres, particularmente latinoamericanos.
A través de la pintura, la escultura, el muralismo, el dibujo y el graffiti, dejó plasmada su alma en cientos de superficies.
Se identificaría, en cada pincelada, con la protesta y la denuncia social, para retratarse con rabia; para llamar, desde sus trazos, a una sociedad más justa y a una vida mejor para los desposeídos:
“Esta sociedad es oscura, los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más tremendamente pobres. Ciudades y países enteros son convertidos en cárceles donde los muros de la muerte y el miedo imponen el silencio. Sería pueril considerar que se trata de casos patológicos aislados, patológico es el sistema que establece la violencia como de forma de gobierno.”
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