Claudia Fernández Chaparro *
Una compañera de la carrera de Psicología Social, Florencia, nos dijo: “No quiero ver la foto del nene sirio”. Inmediatamente, todas las presentes supimos a qué niño se refería.
Va a ser muy difícil que Florencia no tome contacto con esa foto viralizada de Aylan Kurdi, el niño de tres años que murió ahogado mientras escapaba de la guerra de Siria junto con su familia.
La pregunta es siempre la misma: ¿es correcto publicar una foto tan impactante?
Según las leyes de protección integral de la infancia y la adolescencia, como la 26.061, no es ético y viola derechos personalísimos del niño.
Aylan tiene derechos y esos derechos son vulnerados en virtud de mostrar algo que, desde hace mucho tiempo, venimos observando con preocupación: el drama de los migrantes.
La Convención sobre los Derechos del Niño también dice que los derechos de la infancia deberían estar en el primer plano de la agenda internacional en pro de los derechos humanos.
¿Por qué esta foto y no otras? Otros niños murieron en el intento de cruzar fronteras, pero la imagen de ese cuerpo pequeño, vestido y en la orilla de una playa de moda en una ciudad de Turquía fue impactante.
El valor periodístico de la misma es innegable.
Murieron miles, pero ésta es la que más golpea.
La imagen de Aylan pone sobre el tapete el drama humano de este siglo: la desigualdad.
Y demuestra la indiferencia de naciones ricas y poderosas ante la miseria y el pedido de auxilio de estas poblaciones periféricas.
Podríamos comparar esta foto con la del fotógrafo Kevin Carter, ganadora del Premio Pulitzer en 1994, en la que un buitre vigila pacientemente a un niño que agoniza por desnutrición en el desierto del Sahara, en Sudán.
Aylan es hoy un símbolo y, como tal, su última foto es la denuncia de este holocausto.
Los diarios del mundo que mostraban estadísticas, fotos de naufragios, muros de alambre y camiones con refugiados que perecieron en la travesía, hoy se hacen eco de esta foto e interpelan en sus editoriales a los gobiernos.
“El niño de la playa” les habla a los poderosos del mundo.
Aylan Kurdi se convirtió en un héroe involuntario que les pone nombre y apellido a miles de desconocidos llamados por la prensa del mundo de modo genérico “migrantes”.
Mañana, en Venecia, está prevista una marcha de hombres y mujeres descalzos, tal como se trasladan muchos migrantes.
Paradójicamente, Aylan llegó a la orilla, ya sin vida, pero con sus zapatillas puestas.
* Especialista en Infancia.
Fuente : Página 12.
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