"Grecia sacó de sus entrañas ese “oxi” (no) con el cual,
en la historia, los pueblos terminan por derribar las opresiones."
Eduardo Febro
en la historia, los pueblos terminan por derribar las opresiones."
Eduardo Febro
Triunfo de la soberanía popular.
- Eduardo Febro -
Ganó Tsipras, Grecia, otra fisonomía posible de Europa y perdió Angela Merkel. Las urnas griegas precipitaron a la canciller alemana hacia la peor derrota desde que llegó al poder, en 2005. La capitana de Europa, de la competitividad a cualquier precio, la gran defensora de su sistema bancario por encima de los intereses comunitarios, la militante extrema de la ortodoxia presupuestaria y de las reformas estructurales perdió ante la cuna de la democracia.
El “no” es un incontestable triunfo de la soberanía popular, pero no una garantía de justicia y solución para Grecia. Vapuleados y despechados, los países del sur de Europa –Portugal, Grecia, España, Italia– son objeto de una cruzada de menosprecio perfectamente retratada en las siglas con las cuales se los identifica en los círculos tecnócratas del Viejo Continente: PIGS (Portugal, Italy, Greece, Spain).
Ni los brujos más entrenados, ni los economistas más excelsos o los estrategas políticos más finos son capaces de vaticinar qué ocurrirá en adelante, con Grecia y con Europa.
Es una hora llena de sombras donde la única luz proviene de las urnas griegas. Pero la decisión no es de los electores griegos, sino de quienes tienen el timón de un sistema perverso y asfixiante.
A ellos no les importa el voto popular sino las cuentas. Anoche, la Place de la République, en París, se llenó de gente festejando.
Grecia inundó la noche de esperanzas, pero con eso no se ablanda el caparazón de la troika (FMI, Banco Central Europeo, Comisión de Bruselas), ni se cambia el libreto de su biblia ortodoxa.
Perdió la troika, desde luego, pero el poder de decisión final lo tienen ellos. El proceso de negociación con Grecia, las exigencias planteadas, la corresponsabilidad de Europa con la crisis, han sido un oprobio. La Unión Europea ya cifró su identidad moderna y su mensaje de cara al mundo cuando puso al frente de la Comisión Europea a un manipulador de paraísos fiscales y un experto en ayudar a empresas a evadir impuestos a costa de sus socios europeos.
Como lo escribe Pascal Riché en un editorial del semanario Le Nouvel Observateur, “el rostro que ofrece Europa, en este año 2015, es espantoso”. Es el rostro de una Europa con el corazón seco ni proyecto colectivo.
Se entiende que, en Grecia, esta Europa dé ganas de votar no: no a esas humillaciones, no al egoísmo, a la ausencia de visión; no al tratamiento humillante a los países más frágiles, que pasa por sermones y castigos.
Grecia, a quien los alemanes, ingleses, franceses o los países nórdicos, tomaban por una colonia de vacaciones, sacó de sus entrañas ese “oxi” (no) con el cual, en la historia, los pueblos terminan por derribar las opresiones.
Esta es financiera, consensuada, globalizada y aceptada por una aplastante cantidad de seres humanos que confunden la libertad y el bienestar con el consumo.
Pero el “oxi” dio sus primeros pasos en Atenas.
Allí empezó también esta historia humana común que es la democracia.
Allí empezó también esta historia humana común que es la democracia.
efebbro@pagina12.com.ar
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