Rescatar la memoria.

Rescatar la memoria.

28/10/14

Libros. Federico García Lorca.

"Los pueblos deberían pedir libros
 como piden pan 
o como anhelan la lluvia para sus sementeras."
Federico


Si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. 
Y yo ataco desde aquí violentamente a los que sólamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos.
 Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio del estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social.

Yo tengo mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita y ¿dónde están esos libros?
¡Libros! ¡Libros! Deberían  los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras.
 Cuando el insigne escritor ruso Fedor Dostoiewsky estaba prisionero en  Siberia, alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita, pedía socorro en carta a su lejana familia, sólo decía:- "¡Enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera!".
 Tenía frío y no pedía fuego. Tenía terrible sed y no pedía agua: pedía libros, es decir, horizontes, es decir, escaleras para subir la cumbre del espíritu y del corazón.
 Porque la agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida
Ya ha dicho el gran Menéndez Pidal
 que el lema de la República debe ser: ‘Cultura’. Cultura porque sólo a través de ella se pueden resolver los problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz.
Federico García Lorca.

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