Rescatar la memoria.

Rescatar la memoria.

19/6/17

Cuba responde al discurso hostil de Trump.





En lo que constituye un retroceso en las relaciones entre los dos países, 
Trump pronunció un discurso y firmó en el propio acto una directiva de política denominada
 “Memorando Presidencial de Seguridad Nacional 
sobre el Fortalecimiento de la Política
 de los Estados Unidos
 hacia Cuba”
 disponiendo la eliminación de los intercambios educacionales
 “pueblo a pueblo” a título individual y una mayor
 fiscalización de los viajeros estadounidenses a Cuba,
 así como la prohibición de las transacciones económicas,
 comerciales
 y financieras de compañías norteamericanas con empresas
 cubanas vinculadas 
con las Fuerzas Armadas Revolucionarias y los servicios de inteligencia
 y seguridad, todo ello con el pretendido objetivo de 
privarnos de ingresos. 
El mandatario estadounidense justificó esta política
 con supuestas preocupaciones sobre la situación
 de los derechos humanos en Cuba 
y la necesidad de aplicar rigurosamente las leyes del bloqueo,
 condicionando su levantamiento, así como cualquier mejoría
 en las relaciones bilaterales, a que nuestro país realice
 cambios inherentes a su ordenamiento constitucional.
Trump derogó asimismo la Directiva Presidencial de Política 
“Normalización de las relaciones entre los Estados Unidos y Cuba”,
 emitida por el presidente Obama el 14 de octubre de 2016, 
la cual aunque no ocultaba el carácter injerencista de la política
 estadounidense,
 ni el objetivo de hacer avanzar sus intereses en la 
consecución de cambios en el orden económico, político
 y social de nuestro país, había reconocido la independencia,
 la soberanía y la autodeterminación de Cuba y al gobierno cubano
 como un interlocutor legítimo e igual, así como los beneficios
 que reportaría a ambos países y pueblos una relación de
 convivencia civilizada dentro de las grandes diferencias que
 existen entre los dos gobiernos. 
También admitía que el bloqueo era una política obsoleta 
y que debía ser eliminado.
Nuevamente el Gobierno de los Estados Unidos recurre
 a métodos coercitivos del pasado, al adoptar medidas de
 recrudecimiento del bloqueo, en vigor desde febrero de 1962,
que no sólo provoca daños y privaciones al pueblo cubano 
y constituye un innegable obstáculo al desarrollo de nuestra economía,
 sino que afecta también la soberanía y los intereses de otros países,
 concitando el rechazo internacional.
Las medidas anunciadas imponen trabas adicionales
 a las muy restringidas oportunidades que el sector empresarial
 estadounidense tenía para
 comerciar e invertir en Cuba.
A su vez, restringen aún más el derecho de los ciudadanos
 estadounidenses de visitar nuestro país, ya limitado
 por la obligación 
de usar licencias discriminatorias, en momentos 
en que el Congreso de los Estados Unidos, 
como reflejo del sentir de amplios sectores de esa sociedad,
 reclama no sólo que se ponga fin a la prohibición de viajar, 
sino también que se eliminen las restricciones al comercio con Cuba.
Los anuncios del presidente Trump contradicen el apoyo mayoritario
 de la opinión pública estadounidense, incluyendo el de la
 emigración cubana en ese país, al levantamiento total del
 bloqueo y a las relaciones normales entre Cuba y los Estados Unidos.
En su lugar, el Presidente estadounidense, otra vez mal asesorado, 
toma decisiones que favorecen los intereses políticos de una minoría
 extremista de origen cubano del estado de Florida, que por motivaciones
 mezquinas no desiste de su pretensión de castigar a Cuba y a su pueblo,
 por ejercer el derecho legítimo y soberano de ser libre 
y haber tomado las riendas de su propio destino.
Posteriormente haremos un análisis más profundo del alcance 
y las implicaciones de este anuncio.
El Gobierno de Cuba denuncia las nuevas medidas
 de endurecimiento del bloqueo, que están destinadas a fracasar
 como se ha demostrado repetidamente en el pasado, 
y que no lograrán su propósito de debilitar a la Revolución
 ni doblegar al pueblo cubano, cuya resistencia a las agresiones
 de cualquier tipo y origen
 ha sido probada a lo largo de casi seis décadas.
El Gobierno de Cuba rechaza la manipulación con fines
 políticos 
y el doble rasero en el tratamiento del tema de los
 derechos humanos.
 El pueblo cubano disfruta de derechos y libertades fundamentales, 
y exhibe logros de los que se siente orgulloso y que son
 una quimera para muchos países del mundo, incluyendo
a los propios Estados Unidos,
 como el derecho a la salud, la educación, 
la seguridad social, el salario igual por trabajo igual,
 los derechos de los niños, y el derecho a la alimentación, 
la paz y al desarrollo. 
Con sus modestos recursos, Cuba ha contribuido también a la mejoría
 de los derechos humanos en muchos lugares del mundo,
 a pesar de las limitaciones que le impone su condición de país bloqueado.
Los Estados Unidos no están en condiciones de darnos lecciones.
 Tenemos serias preocupaciones por el respeto y
 las garantías de los derechos humanos en ese país,
 donde hay numerosos casos de asesinatos, 
brutalidad y abusos policiales, en particular contra la 
población afroamericana;
 se viola el derecho a la vida como resultado 
de las muertes por armas de fuego;
 se explota el trabajo infantil y existen graves manifestaciones
 de discriminación racial; se amenaza con imponer más restricciones
 a los servicios de salud, 
que dejarían a 23 millones de personas sin seguro médico;
 existe la desigualdad salarial entre hombres y mujeres; 
se margina a emigrantes y refugiados, en particular
 los procedentes de países islámicos;
 se pretende levantar muros que denigran a vecinos;
 y se abandonan los compromisos internacionales
 para preservar el medio ambiente
 y enfrentar el cambio climático.
Asimismo, son motivo de preocupación las violaciones
 de los derechos humanos cometidas por  Estados Unidos en otros países,
 como las detenciones arbitrarias de decenas 
de presos en el territorio ilegalmente ocupado por la Base
 Naval de Guantánamo en Cuba,
 donde incluso se ha torturado; 
las ejecuciones extrajudiciales y las muertes de civiles
 causadas por bombas
 y el empleo de drones; 
y las guerras desatadas contra diversos países como Irak,
 sustentadas en mentiras sobre la posesión
 de armas de exterminio masivo,
 con consecuencias nefastas para la paz, 
la seguridad
 y la estabilidad de la región del Medio Oriente.
Recordamos que Cuba es Estado Parte de 44 instrumentos
 internacionales
 sobre los derechos humanos, mientras que los Estados Unidos
 lo es sólo de 18, por lo que tenemos mucho que mostrar, opinar,
 y defender.
Al confirmar la decisión de restablecer las relaciones diplomáticas, 
Cuba y los Estados Unidos ratificaron la intención de desarrollar
 vínculos respetuosos y de cooperación
 entre ambos pueblos y gobiernos,
 basados en los principios y propósitos consagrados
 en la Carta de las Naciones Unidas.
 En su Declaración, emitida el 1 de julio de 2015, 
el Gobierno Revolucionario de Cuba reafirmó que 
“estas relaciones deberán cimentarse en el respeto absoluto
 a nuestra independencia y soberanía; 
el derecho inalienable de todo Estado a elegir el sistema político,
 económico, social y cultural, sin injerencia de ninguna forma;
 y la igualdad soberana y la reciprocidad, que constituyen
 principios irrenunciables del Derecho Internacional”,
 tal como refrendó la Proclama de América Latina y el Caribe
 como Zona de Paz, firmada por los Jefes de Estado y
 Gobierno de la Comunidad de Estados Latinoamericanos
 y Caribeños (CELAC), en su II Cumbre, en La Habana. 
Cuba no ha renunciado a estos principios ni renunciará jamás.
El Gobierno de Cuba reitera su voluntad de continuar el diálogo
 respetuoso y la cooperación en temas de interés mutuo, 
así como la negociación de los asuntos bilaterales pendientes 
con el Gobierno de los Estados Unidos. 
En los dos últimos años se ha demostrado que los dos países,
 como ha expresado reiteradamente el Presidente de los 
Consejos de Estado y de Ministros, General de Ejército Raúl Castro Ruz,
 pueden cooperar y convivir civilizadamente, respetando las diferencias
 y promoviendo todo aquello que beneficie a ambas naciones y pueblos, 
pero no debe esperarse que para ello
 Cuba realice concesiones inherentes
 a su soberanía e independencia, 
ni acepte condicionamientos de ninguna índole.
Cualquier estrategia dirigida a cambiar el sistema político, 
económico y social en Cuba, ya sea la que pretenda lograrlo 
a través de presiones e imposiciones, o empleando métodos 
más sutiles, 
estará condenada al fracaso.
Los cambios que sean necesarios en Cuba, como los realizados
 desde 1959
 y los que estamos acometiendo ahora como parte del proceso
 de actualización de nuestro modelo económico y social, 
los seguirá decidiendo soberanamente el pueblo cubano.
Como hemos hecho desde el triunfo del 1ro. de enero de 1959,
 asumiremos cualquier riesgo y continuaremos firmes y seguros
 en la construcción de una nación soberana, independiente,
 socialista,
 democrática,
 próspera 
y sostenible.
La Habana, 16 de junio de 2017.
Fuente: Granma

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