"Argentina, año 2024. La sensación cuando se mira en derredor es la de estar viviendo una ficción distópica. Nos metieron en una película futurista noir post apocalíptica en la que apenas se reconoce el paisaje urbano luego del caos nuclear. La sensación se denomina desrealización: las cosas parecen cambiadas. Son y no son. Algo no coincide. No se termina de reconocer el entorno supuestamente conocido como familiar. Eso en lo individual; en lo colectivo se vive como una especie de atontamiento —experiencia que cada día se escucha más, a medida que comienzan a retornar las palabras para narrarla, transitoriamente extraviadas—, y es muy posiblemente un efecto calculado, una condición necesaria para la aplicación del ajuste económico más brutal de la historia económica de Occidente.
De a poco, como quien despierta de una borrachera calamitosa, vamos logrando enfocar la realidad y comprendemos que no se trata ni de una pesadilla ni de una ficción: nos están rompiendo el país. No es objeto de este texto describir el alcance de la catástrofe ni sus causas históricas —lejanas y cercanas— porque quien lo firma no está capacitado para tanto. En cambio, como profesional de la Salud Mental sí me toca abordar uno de sus aspectos clave: la mutación subjetiva que precede, hace posible y habilita la llegada al poder, en Argentina, de una ultraderecha negacionista, violenta, empobrecedora y cruel.
¿Qué es la crueldad? Podemos definirla como el goce (la ganancia de satisfacción) ante el sufrimiento ajeno. Y apurémonos a decir que la crueldad es, nos guste o no, un componente posible del ser humano. Posible en tanto potencialidad: fue Ernesto Guevara el que dijo que es el sistema el que convierte al hombre en un lobo sediento de sangre —por ello Guevara abogaba por la construcción del “hombre nuevo”, para un nuevo mundo sin injusticias evitables—. Extendiendo un poco el concepto podríamos decir que el mayor o menor monto de amor por el otro en una sociedad dada y en un determinado momento histórico va a depender del tipo de dispositivo sociocultural que funcione como sostén simbólico, promoviendo unas narrativas en lugar de otras."
Por Santiago Levin.
Médico psiquiatra por la U.B.A., docente en la Universidad Nacional Arturo Jauretche y médico del Hospital El Cruce de Florencio Varela. También es Presidente electo de la Asociación de Psiquiatras de América Latina (2024-2026).
Fuente: Revista Soberanía Sanitaria
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