23/6/20

" ¡Qué vida más loca!" . Antonio Casero.


¡Qué vida más loca!
Estoy al brasero,

le estoy dando coba:

éste es el amigo

que no me abandona.




Ya me falta en el mundo too el mundo.

Ya soy viejo, mu viejo; ya es cosa

de que, el día menos que menos se piense,

la diñe y me entierren, que dice la copla.




Yo he pasao mi vereda entre zarzas,

y he tenío mis ratos de broma,

y he sufrío muy duros trabajos,

y he sufrío también por las mozas,

y he tomao mu en serio la vida,

que malhaya el que en serio la toma;

yo he  danzao como danza el que dance,

y he soplao, y no cisco, y cogorzas

m´han metío en la cama los sábados,

y los lunes he dío a la obra;

en mi casa no habrá habío lujos,

pero el hambre jamás hizo roncha,

y a mis hijos jamás por las calles

se les ha visto nunca sin botas,

y los he enrielao al trabajo

pa ganarse la vida con honra.




Hoy corre otro viento,

vuelan otras moscas;

ellos ya tién hijos,

yo no soy mi sombra.




Yo no soy aquel hombre de entonces,

el trabajo pa mí está de sobra,

me flaquean las piernas, no puedo,

ya no puedo coger la garlopa;

hoy estoy en el mundo lo mismo

que esos cofres que tién la carcoma,

con el forro de pelo sin pelo,

y averiao y perdía la forma;

hoy estoy ya viviendo en el mundo

de propina: los viejos estorban;

hoy mis hijos me tién como el gato,

hoy mis  hijos  me tién de limosna;

ellos triunfan y beben y danzan,

y me riñen por na las bribonas

de las nueras que no puén ni verme,

y los nietos, los pobres, me toman

por el coco; les pinchan mis barbas

y ni un beso me dan, a mi que ahora

más que nunca quisiera los besos,

esos besos que saben a gloria,




los que a mi me faltan,

los que a otros les sobran;

¡ es ley de la vida:

los viejos estorban!




Cuántos besos que yo les he dado,

por la noche, al volver de la obra;

cuántas veces entré de puntillas,

porque estaban durmiendo a su alcoba

y con mucho cuidao les besaba

sus manitas, las mismas que ahora

no acarician a aquél que por ellos

ha pasao muchas penas mu hondas.




Cuántas noches rendío del tajo,

me he pasao sin dormir, con zozobra,

porque alguna se hallaba con fiebre

y le ardían sus manos de rosas,

y yo, con su madre, velando su sueño

y oyendo sus ayes, besando su boca;

me acharaba el rodar de los coches,

 el ruido del cuco que daba la hora,

y el aire, y la lluvia, y, en fin, el aliento

me estorbaba; ya ves tú qué cosas;

y hoy me escuchan toser, y me dicen:




"¡Camará con la tos, y qué pasma !"

"¡Demonios de viejo!"

¡Qué tos más ladrona !"

"¡Aquí no hay quien duerma !"

"¡Cállese y no tosa!"

¡Ya ves tú qué contraste de mundo !

¡Ya ves tú cómo son las personas!




Hoy el sol es mi amigo del alma,

su calor me da vida, me entona;

mas se oculta al ponerse la tarde,

y al ponerse repican las monjas

sus campanas al toque del Ángelus:

yo, al oirlas, me quito la gorra

y aún le pido al Señor por mis hijos,

que al fin son mis hijos, mi vida, mi gloria,

y buscando el calor del brasero,

al rescoldo me paso las horas;

ellos beben y ríen y danzan,

 ellos, alegres, retozan,

y los chicos diablean y brincan,

mientras yo, en mi rincón de la alcoba,

los escucho y contemplo el rescoldo,

que, cual yo, tié la vida mu corta,

y me duermo, y aún sueño con ellos,

y los besos al volver de la obra,

y sigo soñando....

¡Dios mío, qué cosas

sueño; que me quieren...

que no me abandonan!

Y amanece,¡ y me encuentro sin ellos!...

¡Qué vida más loca!
 

Antonio  Casero.

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