El 11 de mayo de 1963 fallecía Antonio Canalejo Soto a la edad de 65 años. Fue secretario general de la Federación de Oficios Varios que organizaba sindicalmente a los trabajadores de Santa Cruz.
El Gallego Soto había nacido en Ferrol (España) el 8 de octubre de 1897
y llegó a la Argentina en plena adolescencia junto a sus padres.
A temprana edad se abrazó a las ideas anarquistas como gran parte
del movimiento obrero de aquellos años.
A poco de llegar a Río Gallegos en 1920 trabaja en el puerto de dicha ciudad
como estibador y rápidamente es elegido como secretario general
del poderoso sindicato de Oficios Varios.
Luego comenzará una lucha sin cuartel contra las brutales condiciones de trabajo
a las que eran sometidos los asalariados sin importar en qué sector
se desempeñaran.
El sueldo era miserable, más de 14 horas diarias de trabajo y por sobre
todo vivían en horribles pocilgas sin ningún tipo de higiene,
bajo el clima hostil del sur patagónico.
Los patrones eran los de siempre: dueños de cientos de miles de hectáreas
arrebatadas a sangre y fuego durante la conquista del desierto
a los pueblos originarios.
Entre los más destacados estaban los todo poderosos Menendez-Braun,
que tenían la justicia, los gobiernos y la represión a su favor.
Justamente por lo injusto de la vida obrera en Santa Cruz es que El Gallego Soto
organiza la primera huelga en 1920, que logrará un acuerdo favorable
(con el ejército argentino de garante al mando del capitán Benigno Varela)
para los trabajadores con conquistas significativas que por supuesto
no cumplirán los Braun –Menéndez y el resto de los ricos patrones.
En 1921 estalla una nueva huelga que culminará en una cruenta masacre
de más de 1500 obreros fusilados en las distintas estancias de Santa Cruz.
El capitán del ejército argentino Benigno Varela había recibido órdenes
directas del presidente radical Hipólito Yrigoyen de liquidar el levantamiento.
Varela y sus oficiales buscarán por toda la estepa y las montañas al Gallego Soto
para ejecutarlo, pero el líder anarquista escapará de la Estancia La Anita
el 7 de diciembre con un grupo de 10 obreros hacia Chile.
Los peones que se quedaron en la estancia serán fusilados en su mayoría
(se calcula que unos 400 ejecutados).
Según relatan algunos testigos que Osvaldo Bayer pudo entrevistar
en la década de 1970, Antonio Soto nunca pudo olvidar tal derrota
y siempre intentó volver a vengarse.
Soto se escapará de una muerte segura y junto a su grupo llegará a la ciudad chilena
de Puerto Natales (burlando a las fuerzas represivas de ese país
que tenían la intención de entregarlo a Varela) y allí los representantes
de la Federación Obrera Magallánica lo ocultarán de la persecución.
Con el tiempo se radicará en la ciudad de Punta Arenas he intentará ir
a combatir en la guerra civil española en 1936, pero no lo pudo lograr.
Osvaldo Bayer relata que no pudo conocerlo porque llegó a Punta Arenas
ocho años después de su fallecimiento.
Quién recorra esa hermosa ciudad puede visitar el cementerio
donde están los restos del anarquista.
Allí encontrará un nicho tan sencillo como el resto de los que descansan a su lado.
Pero muy cerca de allí está el fastuoso mausoleo de Sara Braun,
de más de media cuadra de enorme, con su cúpula de oro y plata,
con delicados detalles y un jardín regado diariamente
para demostrar una obscena riqueza que aún hoy sigue acrecentándose.
Sara y Antonio fueron contemporáneos pero ella era la dueña de la Estancia
La Anita y él era el líder de los explotados
y hasta en la muerte hay diferencias de clase.
Sin duda El Gallego Soto es uno de los grandes dirigentes de la historia
de la clase obrera de la Patagonia argentina y chilena
que vislumbraba a la revolución rusa como un horizonte
a dónde ir (a pesar de que eran anarquistas) y no dudaron en intentar
poner el mundo al revés y sólo por eso no debe ser olvidado por nuestra clase.
Fuente : " La Izquierda Diario."
No hay comentarios.:
Publicar un comentario