Rescatar la memoria.

Rescatar la memoria.

12/4/16

"La arboleda perdida". - Rafael Alberti -


"Republicana es la luna.
Republicano es el sol.
Republicano es el aire.
Republicano soy yo."


Todo el cuerpo de Cádiz se movía, bullente, sobre el mar, como esperando algo. 
La tarde de la lectura, el público del Ateneo, en su mayoría estudiantes, no sabía estarse quieto en las sillas. Cuando fui a comenzar, un muchachote saltó de improviso al estrado, declarando:
—Rafael Alberti no podrá decir nada en esta sala mientras permanezca en ella el señor Pemán.
Efectivamente, el poeta jerezano, afecto a la monarquía, se encontraba allí.
 Nunca lo había visto. Cuando lo fui a invitar a que se fuese, ya no estaba.
 Había tenido el buen acierto de marcharse en seguida.
 Mi recital subió de grados cuando dije la «Elegía cívica». Temblaron puertas y paredes.


Gran éxito, entre aplausos, vivas y el temor de algunas señoras. Al día siguiente una manifestación de aquellos mismos estudiantes del Ateneo me pidió recitara en plena calle algún otro episodio del romancero de Fermín Galán.

Lo hice a voz en cuello, de pie sobre una mesa del café donde estábamos, mientras la autoridad, representada por unos pobres guardias de esos que las zarzuelas llaman «guindillas», me escuchaba embobada, perdida la noción de que sus sables podían habernos dispersado a golpes.
Con la alegría y la impresión de que algo nuevo y grave era inminente, nos volvimos a Rota. 
Allí seguimos tranquilos, trabajando, tumbados en las dunas, recorriendo descalzos las orillas, bien lejos de las preocupaciones electorales que traían hirviendo a toda España.
Pero de pronto cambió todo. Alguien  nos llamó por teléfono, gritándonos:
—¡Viva la República!
Era un mediodía, rutilante de sol.
 Sobre la página del mar, una fecha de primavera: 14 de abril. 
Sorprendidos y emocionados, nos arrojamos a la calle, viendo con asombro que ya en la torrecilla del ayuntamiento de Rota una vieja bandera de la República del 73 ondeaba sus tres colores contra el cielo andaluz.
 Grupos de campesinos y otras gentes pacíficas la comentaban desde las esquinas, atronados por una rayada «Marsellesa» que algún republicano impaciente hacía sonar en su gramófono. 
Rafael Alberti

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