Mujeres...
“Recuperar los hechos ocultos o ninguneados
de la historia nos da la oportunidad
de reflexionar sobre nosotros mismos
como colectivo social acerca de la vida,
la valentía, la dignidad, el amor, contrapuestos
a las más bajas vilezas”
Mosquera.
El 17 de febrero de 1922 cinco mujeres echaron del burdel a los soldados que acababan de asesinar a más de 1500 obreros huelguistas de la Patagonia argentina.
El teniente coronel Varela había autorizado a sus hombres a concurrir al prostíbulo en cuestión como para matar el tiempo mientras esperaban el transporte que los regresaría a Buenos Aires después de la sangrienta tarea represiva cumplida.
Cuando los hombres de armas se arrimaron al sitio la propietaria debió salir para comunicarles que sus muchachas se negaban a prestar servicio.
Al parecer los soldados intentaron meterse en el lugar a la fuerza, pero se encontraron con la férrea resistencia de las cinco mujeres que les gritaban “asesinos”, mientras procedían a correrlos con escobas y palos.
El alboroto hizo que finalmente se acercara la “autoridad”, así que las mujeres y los músicos del lugar terminaron presos.
Según el acta levantada en la comisaría de San Julián, las cinco rebeldes fueron María Juliache, española, soltera y de 28 años; Ángela Fortunato, argentina, casada y de 31; Consuelo García, argentina, soltera y de 21; Amelia Rodríguez, argentina, soltera y de 26, y Maud Foster, inglesa, soltera, de 31 años.
Las metieron en un calabazo bien chico, les pegaron y les quitaron la libreta sanitaria, por lo cual para poder seguir trabajando días después las mujeres debieron marchar hacia Viedma y Ushuaia.
Según cuenta Osvaldo Bayer, treinta años más tarde, la Forster regresó a San Julián.
Como cierre el autor de La Patagonia trágica comenta que en la actualidad estudiantes y vecinos del pueblo de la provincia de Santa Cruz planean levantar una estatua en memoria de la acción histórica y valiente de las cinco mujeres, un homenaje a aquellas putas de San Julián.
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