14/10/15

Adiós a Tato Pavlovsky

 La singularidad de su enorme y extensa obra (teatral, psicoanalítica, periodística, política) radica en el profundo compromiso que tuvo (y mantuvo) a lo largo de su vida con su práctica, y ante las diversas (y generalmente disímiles, antagónicas, cambiantes, neuróticas) facetas o “caras” del ser humano, en distintas situaciones concretas –lo que él denominaba lo social histórico–. Su mente, su espíritu y su cuerpo sostuvieron una ética, una política y una estética que son de una riqueza invalorable.
Aquí tenderemos, apenas, y un tanto esquemáticamente –ya que las distintas “disciplinas” se imbrican, interactúan y se influencian en distintos grados–, algunos hilos alrededor de tres núcleos que pueden ser considerados fundamentales en la vida y obra de “Tato” Pavlovsky: el teatro, el psicodrama, y el trabajo intelectual: crítico y periodístico.
1.
El teatro de Pavlovsky fue visceral, crudo, impiadoso; también “de resistencia” y esperanzado: hay un tratamiento de la lucha, de la injusticia y del deseo de felicidad. Como relató numerosas veces, su acercamiento al teatro provino de cuando presenció Esperando a Godot, de Samuel Beckett, aquella obra que ponía en escena la “absurdidad” de la existencia por medio de sus grotescos personajes. Un gran impacto (ante el vacío metafísico, ante la angustia existencial beckettiana) que lo llevó a la actuación y la dramaturgia.
Ionesco, Pinter, Stanislavski y Meyerhold: grandes autores que fueron parte de sus influencias y linaje teatral. De sus primeras obras “de vanguardia”, en la década de 1960 (recuperadas en el tomo VII delTeatro completo de Pavlovsky, gracias a la fundamental labor del escritor, docente e investigador Jorge Dubatti) –un teatro “de búsqueda”, de “nuestros cotidianos estados de ánimo”, de “nuestras eternas preguntas incontestables”, como explicaba Pavlovsky en 1967– pasó luego a ocuparse de un aspecto particular de la subjetividad humana en sus obras, la represión: cómo existe, se mantiene y manifiesta, desde un “cotidiano”, la mentalidad y el accionar represivos.
 Tema: el genocidio. Objetivo: desnudar (recorrer, mostrar, expresar desde el arte dramático) la complicidad de sectores de la sociedad civil con los poderes establecidos (político-militar: estatal). Allí están obras como Potestad. Y, por otra parte, obras como El señor Laforgue y El señor Galíndez encarnaron y mostraron el accionar y la subjetividad del represor, y los mecanismos “institucionales” que los hacen posibles.
Otro tema que tocó de cerca fue la niñez –ahí está Telarañas–, la familia y la hipocresía (de clase media, pequeñoburguesa),“aggiornando” la temática al presente (reacción política, económica y cultural neoliberal mediante). Los niños desnutridos, que nacían en pleno siglo XXI en los hospitales públicos y se morían en la provincia de Tucumán –y que fueron (triste) noticia– se transformó en Sólo brumas; y el tráfico de drogas y personas, la criminalidad y el incesto, fueron trabajados en su última obra –donde la ebullición de la multiplicidad dramática, los cambios de estados intensidades, la metamorfosis es permanente y se mantiene constante
2.
En el terreno del psicoanálisis, Pavlovsky fue un pionero: introductor de la técnica del psicodrama (y promotor de la terapia grupal), también fue firmante del Grupo Plataforma en los ‘70 (rompiendo con la institucionalizada APA, Asociación Psicoanalítica de la Argentina); expandió el campo de análisis, profundizando la cuestión acerca de los males y sufrimientos del individuo en contextos más amplios, conectándolo con la historia, con las luchas sociales y políticas de la época.
Fuente : Demian Paredes.

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