Rescatar la memoria.

Rescatar la memoria.

20/11/14

Gerda Taro.

"Cuando piensas en toda esa gente que conocimos y ha muerto
 en esa ofensiva,  tienes el sentimiento de que estar vivo es algo desleal"
Gerda Taro
Gerda Taro nació como Gerta Pohorylle en Stuttgart en 1910, en el seno de una familia judía de origen polaco. Su juventud estuvo marcada tanto por el deseo de ascenso social como por el sentimiento de exclusión derivado del hecho de ser judía. El contexto social y político de Alemania en esos años le hace moverse en torno a movimientos juveniles de izquierda que combaten el ascenso del nazismo. Como para muchos otros, la situación en su país tras el ascenso al poder de Hitler provoca su huida hacia París en 1933, donde se integra en los círculos de refugiados y sobrevive haciendo diversos trabajos.
La atmósfera en su entorno es la de un profundo sentimiento antifascista y ella mantiene, como ya hiciera en Alemania, una gran proximidad con el Partido Obrero . En septiembre de 1934  conoce a André Friedman (más adelante Robert Capa). De aquí a 1936 su relación personal y su colaboración profesional irán creciendo en paralelo: en 1934 ella ayuda a Capa en tareas administrativas y organizativas, en 1935 él la inicia como fotógrafa, y en 1936 ambos cambian sus nombres originarios por los de Gerda Taro y Robert Capa.
En febrero de 1936 consigue su primer carnet de prensa, y ya en el mes de julio, casi coincidiendo con el estallido de la Guerra Civil, deja su puesto en Alliance Photo para empezar como fotógrafa profesional.
Da así comienzo una carrera que será lamentablemente muy corta y que irá creciendo y definiéndose en paralelo al desarrollo de los acontecimientos en España. En buena medida, el tiempo que va de agosto de 1936, cuando hace junto a Capa su primer viaje a Barcelona, hasta su muerte en julio de 1937 es la historia de una evolución personal, de la consecución de una autonomía como fotógrafa y del apunte del nacimiento de un estilo.
Es bien conocido que los primeros reportajes que hace los desarrolla junto a Capa, que fotografiaban las mismas situaciones y lugares, que ella utilizaba preferentemente una Rolleiflex y él una Leica, diferencia de formatos (cuadrado y rectangular) que permitió la identificación de las imágenes que hizo una y otro, y que durante algún tiempo las fotografías de ambos se vendieron y se publicaron bajo la firma común de "Capa", el nombre que habían creado juntos.
Durante los primeros meses de la guerra, esa situación básicamente se mantiene, pero, especialmente a partir de 1937, aparece ya una Gerda Taro que se va independizando progresivamente de su compañero y maestro: realizan viajes y reportajes por separado, el copyright de las fotos va pasando de ser "Capa" a "Capa & Taro", hasta llegar a firmar como "Taro". 
Fotografió en Barcelona la nueva realidad que ofrecían los milicianos en las calles, los niños jugando entre las barricadas y las mujeres instruyéndose para la guerra en la playa; cerca del frente de Aragón el trabajo de los campesinos; las dificultades y la huida de la población civil en el frente sur, cerca de Córdoba; el cerco de Madrid y la vida en las trincheras; la batalla de Guadalajara donde testimonia la victoria de las tropas republicanas; a las víctimas de la guerra en un hospital de Valencia y a los huérfanos en un orfanato de Madrid; la situación en el frente de Segovia; la actividad de los dinamiteros en la defensa de Madrid; el II Congreso Internacional de Escritores por la Defensa de la Cultura en Valencia y Madrid; y finalmente los combates de la ofensiva de Brunete donde encontró la muerte.
Comenzó fotografiando la revolución y acabó registrando la guerra, pasó de registrar la realidad a testimoniar el acontecimiento, simbolizando y vehiculando con sus imágenes las necesidades de la República. En su trabajo se observa que cada vez fotografiaba más cerca, desde dentro, como venía a reclamar Capa en su célebre frase, pero su cercanía parece tener una doble faceta que la caracteriza. Por una parte, aceptar y explorar el riesgo de su profesión como reportera para captar las mejores y más audaces imágenes, algo que sin duda llegó a desarrollar eficazmente. Pero también como expresión de un espíritu de militancia que tenía mucho que ver con el que animaba a las Brigadas Internacionales, dada su condición de refugiada y su clara posición antifascista, por el que fue implicándose cada vez más con una situación que sentía como propia.
Sus fotos muestran la proximidad y la espontaneidad, quizás intuición, de quien sabe y asume que con cada disparo de su cámara está construyendo una toma de posición. La misma claridad y firmeza que Gerda Taro, más allá de los estereotipos que han rodeado su figura, desplegó para afrontar su vida. François Maspero, autor también de una poética biografía sobre Taro, titulada precisamente La sombra de una fotógrafa, lo expresa bien cuando afirma: "...todo en ella es política. Su vida, su comportamiento, sus fotos. Política en el sentido más amplio y más justo, que es sentirse concernido por su tiempo. De vivirse como sujeto y no sólo como objeto. Sujeto de la Historia y sujeto de su propia historia". 

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