Sin crisis no hay desafíos ni méritos .
No surgen intentos de " cambio".
Queda adormecida la sugestiva búsqueda de la utopía.
Sin crisis se adormilan las ideas,
la indiferencia ,
el individualismo,
las aspiraciones intelectuales,
la conciencia de clase, el humanismo.
Se desdibujan los pilares de
la solidaridad ante las necesidades del otro.
Sin crisis se está pendiente de " insubstancialidades " y
la óptica se aleja de obstáculos concretos
que son solucionables .
Se pierden de vista
los derechos inherentes a todos los pueblos del mundo.
Sin crisis se agudiza el egocentrismo y se minimizan las miserias ajenas.
Sin crisis anida la soberbia , el gusto por los antivalores y la vulgaridad de lo rancio.
Sin crisis se olvida fácilmente el pasado y se entierra a los muertos
en sacos de olvido.
La peor de las crisis es la crisis de valores.
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