La sonrisa de una miliciana, fusil al hombro, mirando a la cámara en una terraza de Barcelona se convirtió en uno de los íconos más emblemáticos de la Guerra Civil y la resistencia antifascista frente al golpe de Estado que perpetraron militares.
Esa sonrisa era la de Marina Ginestà y fue el fotógrafo Hans Gutmann quien la inmortalizó. Casi 77 años después de aquella instantánea, Marina Ginestà ha fallecido en París a los 94 años.
Cuando en el verano de 1936 posó orgullosa y desafiante en la terraza del Hotel Colón de Barcelona para Gutmann, ella tenía 17 años, un carné de las juventudes socialistas y el sueño de una revolución. Vestida con un uniforme miliciano, con el cabello al viento, pertrechada con un fusil que portó por primera y última vez en toda su vida, ella vivía un momento histórico, la primera victoria del pueblo en armas frente a los militares alzados contra la República.
"Éramos periodistas y nuestra profesión era que no decayera nunca la moral republicana, difundíamos el lema de Juan Negrín 'con pan o sin pan, resistir"
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