22/12/13

Intelectuales españoles durante la guerra civil española

           La guerra contribuyó a que el pueblo español se entregara a la lectura. Sobre esta paradoja, Eduardo de Ontañón, a su llegada a México, en una entrevista concedida a El Nacional, publicada el 26 de junio de 1939, dijo:

Las obras de Baroja, y de otros muchos, que se editaban en cifras de 5.000, súbitamente aumentaron hasta el cuádruplo, por obvia razón: la juventud hispana, sumida en las trincheras, tenía ya dinero con qué comprar los libros de su agrado, y El Romancero de García Lorca, por ejemplo, sobrepasó la cifra de 80.000.
Un caso asombroso y desconocido en España. El libro fue el compañero inseparable del fusil, y al estallido rojo de las granadas, muchos campesinos españoles aprendieron a leer y muchas inteligencias dormidas despertaron en un ansia de aprender.



Los soldados también hicieron labor editorial. A finales de 1936, el Quinto Regimiento lanzó la colección Documentos históricos, que incluía libros de prosa, poesía y teatro.
Rafael Alberti recuerda que en el Madrid asediado se publicó la novela Cumbres de Extremadura, de José Herrera Petere.
 En 1939, el Comisariado del Ejército del Este, a cargo de Manuel Altolaguirre, publicó el libro de Neruda España en el corazóndel que dicen que hasta el papel fue hecho por los soldados y una primera edición de España, aparta de mi este cáliz de César Vallejo, estaba a punto de ser publicada cuando cayó Cataluña.

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