Rescatar la memoria.

Rescatar la memoria.

26/10/13

Curas obreros secundan la querella contra el franquismo.

Parte de los sacerdotes represaliados durante el franquismo que pasaron por la cárcel concordataria de Zamora

 Un grupo de 17 religiosos recluidos en la Cárcel Concordataria local en los setenta envían su denuncia a Argentina .

 Los represaliados piden «memoria» para que «se completen todas las páginas» de la historia de España

23.10.2013 | 10:09

Parte de los sacerdotes represaliados durante el franquismo que pasaron por la cárcel concordataria de Zamora 

La querella admitida a trámite por la jueza María Servini en Argentina contra el franquismo cuenta con un apoyo más. Es la denuncia formulada por 17 sacerdotes vascos que tienen en común su paso, durante mayor o menor tiempo, por la llamada Cárcel Concordataria de Zamora, esto es, la sección de la antigua Prisión Provincial que se utilizó para recluir curas condenados en la última etapa del franquismo.
El más joven de los firmantes, Juan Mari Zulaika, y que ahora cuenta con 71 años promovió esta nueva querella a principios del año pasado. La idea había surgido dos años antes, cuando Zulaika observó «un resquicio» para lograr la «condena» de la represión franquista que «ahora queremos ensanchar». El promotor de la denuncia reconoce que «no me costó mucho» lograr el apoyo de los otros 16 religiosos, entre quienes la propia represión de la dictadura y el paso por la antigua Prisión Provincial había generado estrechos lazos de amistad.
El escrito enviado a la jueza Servini aparece firmado por los «curas de la cárcel de Zamora» en nombre de los más de cuarenta religiosos vascos que pasaron por la prisión local, pero también por la decena larga de sacerdotes que llegaron procedentes de Madrid, Barcelona o El Ferrol, «la mayoría por razones políticas, y sólo unos pocos, por motivos sociales».
Décadas después del agravio -la prisión concordataria fue inaugurada en 1968- cabe preguntarse qué objetivo persiguen los promotores de la demanda. «No buscamos ni esperamos que cuelguen a nadie, porque los responsables más gordos de la represión franquista ya han fenecido», explica Juan Mari Zulaika, uno de los primeros religiosos (dejaría el alzacuello años después) que pasó por la cárcel.  
«Buscamos memoria, que se completen las páginas de la historia de España que faltan, y no que no se hable sólo de los crímenes de ETA», añade.

Con todo, Zulaika no sería uno de los curas que sufrió las peores consecuencias de una prisión singular. El Gobierno había acordado con el Vaticano para la creación del penitenciario, dado que los presos religiosos no podían convivir con los reos convencionales. Hubo otros compañeros que cumplieron hasta ocho años de reclusión.
¿Cuál fue el motivo? «La denuncia de la represión y de la tortura, defensa de los derechos del mundo trabajador y de los derechos nacionales, y supuesta colaboración con banda armada», explican los querellantes en el documento enviado a Argentina. De hecho, la defensa desde el púlpito de los derechos de los trabajadores y de los ciudadanos más vulnerables les valió el apodo de «curas obreros».
En su caso, el promotor de la demanda siguió los pasos de su compañero Alberto Gabikagojeaskoa, quien en agosto de 1968 inauguró las celdas de la prisión zamorana. Al día siguiente, Juan Mari Zulaika y Felipe Eizaguirre, todos pertenecientes a la orden franciscana, llegaban también a Zamora.
A Zulaika y otros compañeros, la intención de participar en una protesta en Eibar (Guipúzcoa) en junio de 1968 por la muerte del etarra Txabi Etxebarrieta los llevó al cuartel de la Guardia Civil, donde «nos hicieron de todo». Acto seguido, Zulaika ingresó en la antigua Prisión Provincial, en la que cumplió ocho meses de condena en varios periodos durante dos años por el impago de multas a raíz de su conducta combativa. Con la perspectiva y la distancia temporal, «los curas de la cárcel de Zamora» pretenden ahora que «se escriban todas las páginas» de la historia del convulso siglo XX y que cambie la actitud de un Estado que «no ha reconocido nada».
Parte de los sacerdotes represaliados durante el franquismo que pasaron por la cárcel concordataria de Zamora mantienen hoy una estrecha amistad. No solo vascos, también de otras partes del país. En la imagen, encuentro en la localidad de Larrabetzu (Vizcaya). Desde la izquierda, Anxo Ferreiro (que pronto publicará un libro sobre la represión desde la Guerra Civil), Gabika, Couces, Naberan, el propio Zulaika y Kalzada.

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