27/11/18

Entrevista a la escritora alemana Alexandra Senfft, nieta del criminal de guerra nazi Hanns Ludin

Por Victoria Ginzberg
Erika Ludin resbaló dentro de una bañadera llena de agua caliente, casi hirviendo, lo que le provocó la muerte. Para Alexandra Senfft, su hija, el accidente fue simbólico; su madre, que había atravesado años de depresión, se desprendió de la piel, la última capa que la separaba del agobio que sufría, y quedó en carne viva. 
Toda su vida había sido un suicidio lento. “Ella se autodestruyó por la contradicción de haber tenido un padre que amaba y no poder admitir ni hacerse cargo de que era un genocida”. 
El padre de Erika fue Hanns Ludin, embajador nazi en Eslovaquia. En 1947, fue juzgado como criminal de guerra y condenado a la horca. La muerte de su madre, hace ya veinte años, fue para Alexandra la posibilidad de hacer las preguntas que tenía atragantadas. Durante el funeral de Erika, dijo que su abuelo había sido un genocida, lo que provocó reacciones encontradas, la mayoría en forma de reproches para ella. El relato familiar, hasta ese momento, sostenía que Ludin había sido una buena persona, víctima de su tiempo. Pero, más que nada, la familia prefería no hablar del tema.
 “La verdad es que él cumplió un rol en las deportaciones de los judíos de Eslovaquia a los campos de trabajo y exterminio. Fue responsable del asesinato de 65 mil personas”. Alexandra está en Buenos Aires para participar del Primer Encuentro Internacional organizado por el colectivo Historias Desobedientes –que reúne a familiares de genocidas por la Memoria, la Verdad y la Justicia.
Alexandra Senfft tiene 56 años, es alemana, escritora y periodista. Habla con PáginaI12 en una terracita de Almagro, rodeada de algunas plantas, mate y facturas y un atípico viento otoñal en pleno noviembre. Es la casa de Lili Furió y Julie August, integrantes de Historias Desobedientes.
 “Me siento muy identificada con el colectivo que se formó en Argentina, compartimos que son problemáticas que dentro de las familias no se pueden hablar. Y que no se trata de hacer terapia, sino que sienten la necesidad de accionar políticamente. Para mí, las biografías son políticas.
 La motivación es implementar el pasado en el presente. No es sólo saber lo que pasó, es un legado para actuar, para que cuando percibamos que esas estructuras de pensamiento pueden volver, estemos alertas.
 Admiro mucho que aquí tienen coraje de hacer públicas las historias de gente que todavía está viva, que puede reaccionar y con la que tienen vínculos. Y en un momento político que no pareciera ser el oportuno, donde es más difícil alzar la voz. Es un paso importante poner a disposición la historia familiar públicamente. 
Eso significa romper el mandato de honrar al padre. La idea de querer cambiar la ley para poder declarar contra los padres es muy valiente”, dice Alexandra sobre el colectivo de hijas e hijos de represores que nació aquí casi como respuesta al avance negacionista oficial y con la idea de colaborar en los juicios abiertos por delitos de lesa humanidad. Historias Desobedientes rechaza la idea de reconciliación y es justamente lo opuesto a la teoría de los Dos Demonios.
 Los desobedientes surgieron para denunciar los crímenes de sus padres o abuelos y para sumar su voz a la de las víctimas.
 Están, en este camino, buscando su identidad.       
Fuente : Página/ 12.

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