"No hubiera sabido a quién atribuirle semejante desliz de principiante; ella, toda una profesional del refinado gozo a golpe de talonario, y de algún otro, no tan elegante, que la cosmética de alta gama se ocupaba de escamotear a los ojos de aquella bendición de criatura.
Gajes de un oficio tan antiguo como el mundo, pero más cornadas da el hambre; y quería que su hijo se criara como un príncipe.
Así que ajustaba su jornada laboral al horario escolar del pequeño y el resto lo dedicaba a él en cuerpo y alma.
La ropa más bonita, la habitación más luminosa,los mejores pediatras, la mejor guardería, el mejor colegio... y el mejor de los amores.
Y como los críos son como son, un buen día el cura de religión le espetó, con aviesas intenciones, mientras le acariciaba la mejilla:
« - Y tu madre ¿ a qué se dedica?».
«Es puta, señor, bien lo sabe usted», respondió más chulo que un ocho.
Y desde aquel día la dignidad se hizo carne, las máscaras se desvanecieron y el mundo se convirtió en el mejor de los posibles.
El que busca la verdad corre el riesgo de encontrarla."
Manuel Vicent
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