que se emparenta, que baja a la superficie de él y comienza a calmarlo en un abrazo,
lo contiene, lo acaricia y lo acompaña.
Lo mismo con el pibe de 11 años, quienes rodean la escena exigen que lo suelten,
que no lo lastimen, que es un niño, que ya basta.
No queda tan lejos ese otro mundo posible cuando estas situaciones proponen la empatía
y el compromiso con ese otro, no queda tan lejos ese otro mundo posible
cuando el extrañamiento es roto y desplazado por otra emocionalidad y por otra razón
que ya no entra tan dócilmente en los parámetros de la peligrosidad y de la xenofobia,
de la sospecha y el prejuicio."
Bernardo Penoucos.
Bernardo Penoucos.
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