11/11/16

"Seis acordes." - Leonard Cohen -


"Yo era un guitarrista mediocre, aporreaba la guitarra, sólo sabía unos cuantos acordes.
 Me sentaba con mis amigos, mis colegas, bebiendo y cantando canciones, pero en mil años nunca me vi a mí mismo como músico o como cantante.
Un día, a principios de los 60, estaba de visita en casa de mi madre en Montreal. Su casa está junto a un parque y en el parque hay una pista de tenis y allí va mucha gente a ver a los jóvenes tenistas disfrutar de su deporte. Fui a ese parque, que conocía de mi infancia, y había un joven tocando la guitarra. Tocaba una guitarra flamenca y estaba rodeado de dos o tres chicas y chicos que le escuchaban. Y me encantó cómo tocaba. Había algo en su manera de tocar que me cautivó. Yo quería tocar así y sabía que nunca sería capaz.
Así que me senté allí un rato con los que le escuchaban y cuando se hizo un silencio, un silencio apropiado, le pregunté si me daría clases de guitarra. Era un joven de España, y sólo podíamos entendernos en un poquito de francés, él no hablaba inglés. Y accedió a darme clases de guitarra. Le señalé la casa de mi madre, que se veía desde las pistas de tenis, quedamos y establecimos el precio de las clases.
Vino a casa de mi madre al día siguiente y dijo:- «Déjame oírte tocar algo». Yo intenté tocar algo, y él dijo:- «No tienes ni idea de cómo tocar, ¿verdad?». Yo le dije:- «No, la verdad es que no sé tocar». -«En primer lugar déjame que afine la guitarra, porque está desafinada», dijo él.
 Cogió la guitarra y la afinó. Y dijo:- «No es una mala guitarra». No era la Conde, pero no era una guitarra mala. Me la devolvió y dijo:- «Toca ahora». No pude tocar mejor, la verdad.
Me dijo:- «Deja que te enseñe algunos acordes». Y cogió la guitarra y produjo un sonido con aquella guitarra que yo jamás había oído. Y tocó una secuencia de acordes en trémolo, y dijo:- «Ahora hazlo tú». Yo respondí: -«No hay duda alguna de que no sé hacerlo». Y él dijo: -«Déjame que ponga tus dedos en los trastes», y lo hizo- «y ahora toca», volvió a decir. 
Fue un desastre. -«Volveré mañana», me dijo.
Volvió al día siguiente, me puso las manos en la guitarra, la colocó en mi regazo, de manera adecuada, y empecé otra vez con esos seis acordes –una progresión de seis acordes en la que se basan muchas canciones flamencas–. Lo hice un poco mejor ese día. Al tercer día la cosa, de alguna, manera mejoró. Yo ya sabía los acordes. Y sabía que aunque no podía coordinar los dedos para producir el trémolo correcto, conocía los acordes, los sabía muy, muy bien.
Al día siguiente no vino, él no vino.
 Yo tenía el número de la pensión en la que se hospedaba en Montreal. Llamé por teléfono para ver por qué no había venido a la cita y me dijeron que se había quitado la vida, que se había suicidado.
Yo no sabía nada de aquel hombre. No sabía de qué parte de España procedía. Desconocía por qué había venido a Montreal, por qué se quedó allí. No sabía por qué estaba en aquella pista de tenis. No tenía ni idea de por qué se había quitado la vida. Estaba muy triste, evidentemente.
Pero ahora desvelo algo que nunca había contado en público.
 Esos seis acordes, esa pauta de sonido de la guitarra han sido la base de todas mis canciones y de toda mi música"
Leonard Cohen

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