7/6/16

¿Feliz? Día del Periodista.

Como diría Rodolfo Walsh, el de periodista es un oficio eminentemente violento. 
Y no solo porque, en determinadas circunstancias, corre riesgo la propia vida de quien registra la realidad social y la relata públicamente.
Aunque a veces no parezca o no se quiera asumir, la violencia está presente a cada paso que da quien abraza la tarea del periodismo. Porque la realidad, desde hace mucho tiempo (más que el que lleva el periodismo como profesión) es en sí misma violenta.
No podría ser de otra manera en una sociedad (mundial) dividida entre explotadores y explotados, entre opresores y oprimidos, y cuando parte central de la explotación y la opresión se funda en la violencia que ejerce una minoría parasitaria sobre las mayorías trabajadoras.
El 7 de junio de 1938 en la provincia de Córdoba se realizó el Primer Congreso de Periodistas. Una de las resoluciones más importantes de ese encuentro fue el establecimiento del Día del Periodista, tomando esa fecha en homenaje a la salida del primer número de la Gazeta de Buenos Aires, fundada por Mariano Moreno en 1810.
La máxima (liberal) de La Gazeta era, para muchos, fuente de inspiración: “Tiempos de rara felicidad son aquellos en los cuales se puede sentir lo que se desea y es lícito decirlo”.
A 206 años de aquel lanzamiento, el periodismo no goza de ese “aura” fundacional. Acompañando las transformaciones del capitalismo mundial, el periodismo se convirtió en una arena movediza donde cohabitan criminales, banqueros, violadores de derechos humanos, mercenarios de la palabra y una masa de asalariados que subsiste intentando contar “lo que pasa” sin vender sus ideas al mejor postor.
Entre las respuestas se arriesgaban algunos tópicos que vale la pena, al menos en esta columna, volver a escribir.
Atentas y atentos, para que no nos pase de largo la verdad.
Curiosas y curiosos, para que cuando la encontremos le saquemos hasta la última gota de sentidos.
Fuertes, por si hay que correrla.
Desconfiadas y desconfiados, por si se entrega sin resistencia.
Abiertas y abiertos, para enamorarnos de ella si es preciso.
Locas y locos, para animarnos a contar hasta aquello que nos lastima.
Cada vez hace más falta un periodismo que no piense en sí mismo sino en las mayorías. Un periodismo que no se crea imprescindible. Un periodismo que se nutra del sufrimiento y las penurias de las masas. Un periodismo convencido de dar la batalla por dar vuelta la historia.
Hace cada vez más falta un periodismo que cuente lo mejor posible, cada vez a más personas, la verdad que va construyendo el pueblo trabajador en su lucha cotidiana por dejar de, solamente, subsistir.
Un periodismo que, en la inevitable hora de elegir y tomar partido, lo haga por la clase obrera y los sectores populares.
Quien ejerza el periodismo tendrá que asumirse como un trabajador de la prensa. Si no, aunque adquiera la maestría de la palabra, su destino será el de la triste tarea (muy bien remunerada) de defender al sistema de opresión y explotación que contrató sus servicios.
Fuente : La Izquierda Diario.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario