"La pregunta no es: -¿Pueden razonar?
ni: - ¿Pueden hablar?
Es: -¿Pueden sufrir?"
Jeremy Bentham
El domingo 13 de Diciembre a las 14:30 hs. te esperamos!
¡Vení a ABRAZAR al Zoo por la liberación de todos sus prisioneros!
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¡Juntemos nuestras manos en una gigante manifestación por sus derechos!
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¡Juntemos nuestras manos en una gigante manifestación por sus derechos!
Hubo un tiempo en que el Zoológico de Buenos Aires era un lugar simpático y atractivo para la familia. Naturaleza, animales exóticos, espectáculos y actividades para grandes y chicos. Hubo un tiempo en que lo “normal” era visitar al oso polar y al orangután que vivían en Palermo, entre otras especies del barrio. Hubo un tiempo en que los animales se mostraban alegres ante su público y disfrutaban de recibir a los miles de personas por día. Pero ese día ya es parte del pasado. En la actualidad, esas escenas que parecían tan comunes comenzaron a ser criticadas, primero por los especialistas en la materia y luego por los legisladores de la Ciudad.
¿Tan normal es que un oso polar, acostumbrado a habitar zonas heladas del mundo, pase los veranos húmedos en Capital con temperaturas de casi 40 grados? ¿O que un elefante de 5.000 kilos y tres metros de alto tenga restringida su movilidad a un espacio enrejado? Si pudieran expresarse como los humanos, seguramente dirían que no. Pero como todavía no tienen esas facultades, los expertos en protección animal hablaron por ellos en reiteradas oportunidades. “El lugar adecuado para ellos es en libertad y en su hábitat natural”, denunció Malala Fontán, de la ONG #SinZoo, durante una recorrida por el Zoológico en septiembre pasado. “Los animales sufren de zoocosis, que es la psicosis por el confinamiento prolongado. Se manifiesta en movimientos estereotipados”, explicó Fontán.
Entre los casos más recientes, se destacan la muerte de dos lobos marinos y de una cría de jirafa, la escapada de dos maras por Palermo, los problemas de salud de la elefanta Mara y el fallo judicial a favor de la orangutana Sandra. Sí, aunque suene raro, la jueza Elena Liberatori hizo lugar a una acción de amparo interpuesta por la Asociación de Funcionarios y Abogados por los Derechos de los Animales (Afada) y la declaró “persona no humana” y “sujeto de derechos” ante su aparente estrés. También solicitó su traslado a un hábitat más acorde.
En un paseo destinado a periodistas y legisladores hace dos meses, los empleados del predio también pusieron énfasis en las malas condiciones de trabajo y la falta de mantenimiento. “Hasta ahora les hicieron una lavada de cara a dos edificios. Pero la parte estructural no es tenida en cuenta. Los recintos tienen más de 120 años y están destruidos”, contó una veterinaria que prefirió no dar su nombre. Incluso el director del Zoo de la Ciudad, Gabriel Aguado, admitió en declaraciones a Radio 10 que el paseo “se vino abajo por la falta de inversión”.
La problemática del Zoo llegó a la Legislatura con dos proyectos de ley para reconvertirlo en un jardín y prohibir la exhibición de animales en cautiverio. El legislador Adrián Camps (Partido Socialista Auténtico) planteó su postura: “Hay dos problemas. Uno es el Zoológico en sí, por su concepción de tener animales encerrados. Existen dos proyectos, uno mío y otro de Hernán Rossi (Suma +), para reconvertirlo en un jardín ecológico. El otro conflicto es el que plantean los trabajadores por la falta de mantenimiento, la tercerización de tareas y la falta de inversión.
El Gobierno porteño tiene que intervenir”.
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