Rescatar la memoria.

Rescatar la memoria.

20/4/17

“No hay mayor homenaje que uno pueda hacerse a sí mismo que luchar por una causa justa”.


Por Nora Veiras
No hay mayor homenaje que uno pueda hacerse a sí mismo 
que luchar por una causa justa”,
 escribió hace años Carlos Slepoy.
 Ése fue, en rigor, su patrón de conducta: su vida estuvo enhebrada por la defensa de causas justas, causas que parecían imposibles.
Carli combinaba una voz grave con una elocuencia y rigurosidad difícil de encontrar. Hijo de una familia de comerciantes de origen radical, el ingreso a la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires (UBA) en plena dictadura de Onganía lo llevó a la militancia. Un compromiso que le costó casi dos años de cárcel a partir del 11 de marzo de 1976. Quizás, apenas dos semanas lo salvaron de desaparecer. Exiliado en España, validó su título y trabajó como abogado laboralista. En el ’81, el tiro por la espalda de un guardia civil le partió una vértebra y le lesionó la médula. Había increpado al policía  que maltrataba a unos chicos en una desolada plaza de Madrid. Contra todos los pronósticos volvió a caminar sobreponiéndose a dolores que lo atormentaron para siempre.
Como combustible de esa voluntad arrolladora, recordaba siempre que estando preso, encontró en un diario un fragmento de una entrevista a Bertolt Brecht:
"--¿Usted siempre escribe porque tiene ganas?
--Muchas veces escribo porque tengo ganas y muchas otras para darme ganas" –respondió el escritor alemán.
“Darse ganas”, sería la clave para alimentar la esperanza, las ganas de vivir.
Se fue un gran tipo, un hombre cabal que seguirá repitiendo con Margaret Mead:

- “Nunca duden de que un grupo determinado de personas puede cambiar el mundo…; porque siempre ha sido así.”

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